Capítulo 11: Los Baños - Page 7 of 12
—No todo se puede hacer de una vez, interrumpió seca-mente S. E.; los maestros de aquí hacen mal en pedir edificioscuando los de la Península se mueren de hambre. Muchapresuncion es querer estar mejor que en la misma MadrePatria!
-Filibusterismo..
—¡Ante todo la Patria! ante todo somos españoles! añadióBen Zayb con los ojos brillantes de patriotismo y poniéndosealgo colorado cuando vió que se quedó solo.
—En adelante, terminó.el General, todos los que se quejenserán suspendidos.
—Si mi proyecto fuese aceptado, se aventuró á decir donCustodio como hablando consigo mismo.
—¿Relativo á los edificios de las escuelas?
— Es sencillo, práctico y económico como todos mis proyec-tos, nacidos de una larga esperiencia y del conocimiento delpais. Los pueblos tendrían escuelas sin que le costasen uncuarto al gobierno.
—Enterado, repuso con sorna el secretario; obligando á lospueblos á que los construyan á s'i costa.
Todos se echaron á reir.
—No señor, no señor, gritó don Custodio picado y ponién-dose colorado : los edificios están levantados y solo esperan quese los utilice. Higiénicos, inmejorables, espaciosos...
Los frailes se miraron con cierta inquietud. ¿Propondría donCustodio que se convirtiesen en escuelas las iglesias y losconventos ó casas parroquiales?
— Veámoslo! dijo el General frunciendo el ceño.
—Pues, mi General, es muy sencillo, repuso don Custodioestirándose y sacando la voz hueca de ceremonia; las escuelassolo estan abiertas en los días de trabajo, y las galleras en los de fiesta... Pues conviértanse en escuelas las galleras, al menosdurante la semana.
— ¡Hombre, hombre, hombre !
—Ya pareció aquello!