Capítulo 20: La Junta En El Tribunal - Page 4 of 8

- Además, para que vean nuestros vecinos que somos gente espléndida y nos sobra dinero –continuó D. Filipo levantando la voz y lanzando una rápida mirada al grupo de los viejos-, propongo: 1º cuatro hermanos mayores para los dos días de fiesta, y 2º que cada día arrojen al lago 200 gallinas fritas, 100 capones rellenados y 50 lechones, como lo hacía Sila, contemporáneo de Cicerón de quien acaba de hablar Capitán Basilio.

- ¡Eso es, como Sila! –repitió Capitán Basilio lisonjeado.

El asombro subía por grados.

- Como va a acudir mucha gente rica y cada uno se trae miles y miles de pesos y sus mejores gallos y el liampó [26] y las cartas, propongo quince días de gallera, libertad de abrir todas las casas de juego...

Pero los jóvenes le interrumpieron levantándose: creían que el teniente mayor se había vuelto loco. Los viejos discutían con calor.

- Y por último, para no descuidar los placeres del alma...

Los murmullos y los gritos que se levantaron de todos los rincones de la sala cubrieron totalmente su voz: aquello no fue ya más que un tumulto.

- ¡No! –gritaba un intransigente conservador-, no quiero que se alabe de haber hecho fiesta, ¡no!. ¡Dejadme, dejadme hablar!.

- ¡D. Filipo nos ha engañado! –decían los liberales-, ¡Votaremos en contra!. ¡Se ha pasado a los viejos!. ¡Votemos en contra!.

El gobernadorcillo, más abatido que nunca, no hacía nada para restablecer el orden: esperaba que lo restableciesen ellos. El capitán de cuadrilleros pidió la palabra; se la otorgaron, pero no abrió la boca y volvió a sentarse confuso y avergonzado. Por fortuna se levantó Capitán Valentín, el más moderado entre todos los conservadores y habló:

- No podemos admitir lo que ha propuesto el teniente mayor, por parecernos una exageración. Tantas bombas y tantas noches de comedia sólo las puede desear un joven, como el teniente mayor, que puede pasar muchas noches en vela y oír muchas detonaciones sin volverse sordo. He consultado la opinión de las personas sensatas y todas desaprueban unánimemente el proyecto de D. Filipo. ¿No es esto, señores?.

- ¡Sí!, ¡sí! –dijeron jóvenes y viejos a una voz-. Los jóvenes estaban encantados de oír hablar así aun viejo.

- ¿Qué vamos a hacer nosotros con cuatro hermanos mayores? –prosiguió el anciano-. ¿Qué quieren decir esas gallinas, capones y lechones arrojados al lago?. ¡Hamburguería! Dirán nuestros vecinos y luego ayunaremos medio año. ¿Qué tenemos que ver con Sila ni con los romanos?. ¿Nos han invitado acaso alguna vez a sus fiestas?. ¡Yo, por lo menos, no he recibido ningún billete de su parte y cuidado que ya soy viejo!.

- ¡Los romanos viven en Roma, donde está el Papa! –le murmuró por lo bajo Capitán Basilio.

[26] Juego de origen chino.

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pagbuhatan ng kamáy