Capítulo 23: La Pesca - Page 9 of 9

- ¡Si no volvías y me seguías –contestó el joven contemplando su pensamiento-, en el fondo del lago habría yo estado en familia!.

Ibarra no se olvidaba de que allí yacían los restos de su padre.

Las viejas ya no querían ir al otro baklad, querían retirarse alegando que el día había comenzado mal y podrían sobrevenir muchas desgracias.

- ¡Todo es porque no hemos oído misa! –suspiraba una.

- Pero ¿qué desgracia hemos tenido, señoras? – preguntaba Ibarra- ¡El caimán fue el único desgraciado!.

- ¡Lo cual prueba –concluyó el ex seminarista- que en toda su pecadora vida, jamás ha oído misa este desgraciado reptil. Nunca le he visto entre tantos caimanes que frecuentan la iglesia.

Las barcas se dirigieron pues hacia el otro baklad y fue menester que Andeng preparase otro sinigang. El día adelantaba: soplaba la brisa; las olas despertaban y se rizaban en torno al caimán, levantando “montes de espuma do tersa brilla rica en colores la luz solar” que dice el poeta P.A. Paterno.

La música volvió a resonar: Iday tocaba el arpa, los hombres, los acordeones y guitarras con mayor o menor afinación, pero el que mejor lo hacía era Albino que la rascaba, verdaderamente desafinaba y perdía el compás a cada instante, o se olvidaba a lo mejor y se pasaba a otra sonata enteramente distinta.

El otro corral fue visitado con desconfianza; muchos esperaban encontrar la hembra del caimán, pero la Naturaleza es burlona y salía siempre llena la red.

Tía Isabel mandaba:

- El ayungin es bueno para el sinigang; dejad el bia para el escabeche, el dalag y el buan-buan para pesâ: el dalag puede vivir mucho. Ponedlos en la red para que continúen en el agua. ¡Las langostas a la sartén!. El bának es para asado, envuelto en hojas de plátano y relleno de tomates... Dejad los demás para que sirvan de reclamo: no es bueno vaciar el baklad completamente –añadía. [18]

Entonces trataron de abordar a la orilla, en aquel bosque de árboles seculares pertenecientes a Ibarra. Allí, a la sombra y junto al cristalino arroyo, almorzarían entre las flores o debajo de improvisadas tiendas.

La música resonaba en el espacio; el humo de los kalanes se levantaba alegre en forma de tenues torbellinos; el agua cantaba dentro de la ardiente vasija, acaso palabras de consuelo para los peces muertos, acaso de sarcasmo y burla; el cadáver del caimán daba vueltas, pronto presentaba el blanco y destrozado vientre, pronto la pintada y verdosa espalda, y el hombre, favorito de la Naturaleza, no se inquietaba por tantos fratricidios que dirían los bramines o los vegetarianos.

[18] Ayungin, bia, dalag,buan-buan y bának son todos peces de agua dulce. Pesâ es una sopa de pollo o pesacdo con sabor a gengibre.

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