Capítulo 7: Simoun - Page 2 of 7

Basilio temiendo fuese descubierto tomó una resolucion súbita, se levantó de su asiento y con la voz más natural,

—¿Le puedo ayudar, señor... preguntó saliendo de su escondite.

Simoun se enderezó y dio un salto como un tigre atacado infraganti, se llevó la mano al bolsillo de su americana y miró al estudiante pálido y sombrío.

—Hace trece años me ha prestado usted un gran servicio,señor, prosiguió Basilio sin inmutarse, en este mismo sitio,enterrando el cadaver de mi madre y me consideraría feliz si yo le pudiese servir.

Simoun, sin apartar los ojos del joven, sacó de su bolsillo un revólver. Oyóse un chasquido como el de un arma que se amartilla.

—¿Por quién me toma usted? dijo retrocediendo dos pasos.

—Por una persona para mí sagrada, contestó Basilio algo emocionado creyendo llegada su última hora : por una persona que todos, menos yo, creen muerta y cuyas desgracias he lamentado siempre.

Imponente, silencio siguió á estas palabras, silencio que para el joven le sonaba á eternidad. Simoun no obstante, despues de larga vacilacíon, se le acercó y poniéndole una mano sobre el hombro le dijo en voz conmovida :

—Basilio, usted posee un secreto que me puede perder y ahora acaba de sorprenderme en otro que me pone enteramente en sus manos y cuya divulgacion puede trastornar todos mis planes. Para mi seguridad y en bien del objeto que me pro-pongo yo debía sellar para siempre sus labios porque ¿qué es lavida de un hombre ante el fin que persigo? La ocasion me espropicia, nadie sabe que he venido, estoy armado, usted inde-fenso; su muerte se atribuiría á los tulisanes, sino á otra causamás sobrenatural... y sin embargo yo le dejaré vivir y confío enque no me ha de pesar. Usted ha trabajado, ha luchado con enérgica constancia... y como yo, tiene usted cuentas quearreglar con la sociedad; su hermanito fué asesinado, á sumadre la han vuelto loca, y la sociedad no ha perseguido nial asesino ni al verdugo. Usted y yo pertenecemos á lossedientos de justicia, y, en vez de destruirnos, debemosayudarnos.

Simoun se detuvo ahogando un suspiro y despues continuólentamente con la mirada vaga.

— Sí, yo soy aquel que ha venido hace trece años enfermo ymiserable para rendir el último tributo á un alma grande,noble que ha querido morir por mí. Víctima de un sistemaviciado he vagado por el mundo, trabajando noche y día paraamasar una fortuna y llevar á cabo mi plan. Ahora he vueltopara destruir ese sistema, precipitar su corrupcion, empujarleal abismo s que corre insensato, aun cuando tuviese queemplear oleadas de lágrimas y sangre... Se ha condenado, loestá y no quiero morir sin verle antes hecho trizas en el fondodel precipicio!

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makapál ang mukhá