Capítulo 12: Placido Penitente - Page 6 of 7

Los alumnos, como burlados en sus esperanzas, se dirigieron a.interior del edificio dejando escapar exclamaciones de descon.tenio. Plácido Penitente sigue á la multitud.

¡ Penitente, Penitente! le llamó uno con cierto misteriofirma esto !

—Y ¿qué es eso?

—No importa, fírmalo!

A Plácido le pareció que le tiraban de las orejas; teníapresente en la memoria la historia de un cabeza de barangayde su pueblo, que por haber firmado un documento que noconocía, estuvo preso meses y meses y por poco fué deportado.Un tío suyo, para grabarle la leccion en la memoria, le habíadado un fuerte tiron de orejas. Y siempre que oía hablar defirmas se reproducia en los cartilagos de sus orejas la sensacionrecibida.

— Chico, dispensa, pero no firmo nada sin enterarme antes.

— ¡Que tonto eres! si lo firman dos carabineros celestiales, ¿quétienes que temer?

El nombre de carabineros celestiales infundía confianza. Erauna sagrada compañía, creada para ayudar á Dios en la guerracon el espíritu del mal, y para impedir la introduccion delcontrabando herético en el mercado de la Nueva Sion.

Plácido iba ya á firmar para acabar porque tenía prisa : suscompañeros rezaban ya el O noma, pero le pareció que su tíole cogía de la oreja, y dijo :

—¡Despues de clase ! quiero leerlo antes.

—Es muy largo, ¿entiendes? se trata de dirigir una contra-peticion, mejor dicho, una protesta. ¿Entiendes? Makaraig yalgunos han solicitado que se abra una academia de castellano,lo cual es una verdadera tontería..

—¡Bien, bien ! chico, luego será, que ya estan empezando,dijo Plácido tratando de escaparse.

—Pero si vuestro profesor no lee la lista!

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waláng kusang-palò