Capítulo 12: Placido Penitente - Page 5 of 7

A la entrada y á lo largo de las aceras que á uno y otrolado de la misma se entendían, estacionaban los estudiantesesperando que bajen lbs profesores. Alumnos del año prepa-ratorio de Derecho, del quinto de Segunda Enseñanza, del pre-paratorio de Medicina formaban animados grupos : estos últi-mos eran fáciles de distinguir por su traje y por cierto aireque no se observa en los otros : vienen en su mayoria del AteneoMunicipal y entre ellos vemos al poeta Isagani esplicando áun compañero la teoría de la refraccion de la luz. En un grupose discutia, se disputaba, se citaban frases del profesor, testosdel libro, principios escolásticos; en otro gesticulaban con loslibros agitándolos en el aire, se demostraba con el bastontrazando figuras sobre el suelo; más allá, entretenidos en obser-var á las devotas que van á la vecina iglesia, los estudianteshacen alegres comentarios. Una vieja, apoyada en una joven,cojea devotamente; la joven camina con los ojos bajos, tímiday avergonzada de pasar delante de tantos observadores; lavieja levanta la falda color de café, de las Hermanas de StaRita, para enseñar unos piés gorditos y unas medias blancas,riñe á su compañera y lanza miradas furiosas á los curiosos.

¡Saragates! gruñe, no les mires, baja los ojos!

Todo llama la atencion, todo ocasiona bromas y comentarios.

Ora es una magnífica victoria que se para junto á la puertapara depositar á una familia devota; van á visitar á la Virgendel Rosario en su día favorito; los ojos de los curiosos seafilan para espiar la forma y el tamaño de los piés de las seño-ritas al saltar del coche ; ora es un estudiante que sale de lapuerta con la devocion aun en el rostro : ha pasado por eltemplo para rogar á la Virgen le hiciese comprensible laleccion, para ver si está la novia, cambiar algunas miradascon ella é irse á clase con el recuerdo de sus amantes ojos.

Mas en los grupos se nota cierto movimiento, cierta espec-tacion, é Isagani se interrumpe y palidece. Un coche se hadetenido junto á la puerta : la pareja de caballos blancos esbien conocida. Es el coche de la Paulita Gomez y ella hasaltado ya en tierra, ligera como un ave, sin dar tiempo á quelos pícaros le vieran el pié. Con un gracioso movimiento delcuerpo y un pase de la mano se arregla los pliegues de lasaya, y con una mirada rápida y como descuidada ha visto áIsagani, ha saludado y ha sonreido. Doña Victorina baja á suvez, mira al través de sus quevedos, vé á Juanito Pelaez, sonríey le saluda afablemente.

Isagani, rojo de emocion, contesta con un tímido saludo;Juanito se dobla profundamente, se quita el sombrero y haceel mismo gesto que el célebre cómico y caricato Panza cuandorecibe un aplauso.

— ¡Mecáchis! qué chica! exclama uno disponiéndose á partir;decid al catedrático que estoy gravemente enfermo.

Y Tadeo, que así se llamaba el enfermo, entró en la iglesiapara seguir á la joven.

Tadeo va todos los días á la Universidad para preguntar sihay clase y cada vez se extraña más y más de que la haya :tiene cierta idea de una cuacha latente y eterna y la esperavenir de un día á otro. Y todas las mañanas, despues de pro-poner en vano que hagan novillos, se marcha pretestandograndes ocupaciones, compromisos, enfermedades, precisa-mente en el momento mismo en que sus compañeros entranen la clase. Pero, porno se sabe qué arte de birlibirloque, Tadeoaprueba cursos, es querido de los profesores y tiene delante un hermoso porvenir.

Entretanto un movimiento se inicia y los grupos empiezaná moverse; el catedrático de Física y Quimica ha bajado á clase.

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may Santo Kristo sa dibdíb