Capítulo 10: Riqueza Y Miseria - Page 5 of 8
Sinang al verlo arrugó la nariz é hizo una mueca de infantildesprecio, y Cpn. Basilio con todo su amor á la antigüedad nopudo contener un abd! de desencanto.
-- Es una magnífica joya muy bien conservada y cuentacasi dos mil años.
—Psh! se apresuró á decir Sinang para que su padre nocayese en la tentacion.
—Tonta! díj ole éste que había podido vencer su primer des-encanto; ¿qué sabes tú s; se debe á ese collar la faz actual detoda la sociedad? Con ése habrá cautivado Cleopatra á Cesar,á Marco Antonio... ése ha oido las ardientes declaracionesde amor de los dos más grandes guerreros de su tiempo, ése oyó frases en el más puro y elegante latin y ya quisieras tuhabértelo puesto!
—Yo? no doy tres pesos!
—Veinte se pueden dar, gonga! dijo Cpna. Tiká en tono deconocedor; el oro es bueno y fundido scrvirá para otrasalhajas.
— Este es un anillo que debió pertenecer á Sila, continuóSimoun.
Era un anillo ancho, de oro macizo, con un sello.
—Con él había firmado las sentencias de muerte durante sudictadura, dijo Cpn. Basilio pálido de emocion.
Y trató de examinarlo y decifrar el sello, pero por masque hizo y le dió vueltas, como no entendía de paleografía,nada pudo leer.
—¡Qué dedo tenía Sila! observó al fin; caben dos de losnuestros ; como digo, decaemos.
—Tengo aun otras muchas alhajas...
— Si son todas por el estilo, gracias! contestó Sinang; pre-fiero las modernas.
Cada uno escogió una alhaja, quien un anillo, quien unreloj, quien un guardapelo. Capitana Tiká compró un relicarioque contenía un pedazo de la piedra sobre la cual se apoyóN. S. en su tercera caída ; Sinang, un par de pendientes yCpn. Basilio, la cadena de reloj para el alférez, los pendientesde señora para el cura con más otras cosas de regalo; las otrasfamilias del pueblo de Tiani por no quedarse menos que lasS. Diego vaciaron igualmente sus bolsillos.
Simoún compraba tambien alhajas viejas, hacía cambios, ylas económicas madres habían traido las que no les servían.