Capítulo 35: Comentarios

PRONTO SE DIVULGÓ el acontecimiento en el pueblo. Al principio nadie lo quería creer, pero, teniendo que ceder a la realidad, todos se deshacían en exclamaciones de sorpresa.

Cada uno según el grado de su elevación moral hacía sus comentarios.

- ¡El P. Dámaso está muerto! -decían algunos-; cuando le levantaron tenía toda la cara bañada en sangre y no respiraba.

- ¡Descanse en paz, pero no ha hecho más que saldar su deuda! –exclamaba un joven-. Mirad que lo que ha hecho esta mañana en el convento no tiene nombre.

- ¿Qué ha hecho?. ¿Ha vuelto a pegar al coadjutor?.

- ¿Qué ha hecho?. ¡A ver!. Cuéntanoslo.

- ¿Habéis visto esta mañana un mestizo español salir por la sacristía durante el sermón?.

- ¡Sí!, sí que le vimos. El P. Dámaso se fijó en él.

- Pues... después del sermón, le hizo llamar y le preguntó por qué había salido. “No entiendo el tagalo, Padre”, contestó. “Y ¿por qué te has burlado diciendo aquello era griego?”, le gritó el P. Dámaso dándole un bofetón. El joven contestó, anduvieron los dos a puñetazos hasta que los separaron.

- Si me pasaba eso... –murmuró entre dientes un estudiante.

- No apruebo la acción del franciscano –repuso otro-, pues la Religión no se debe imponer a nadie como un castigo o una penitencia; pero casi lo celebro porque conozco a ese joven, sé que es de S. Pedro Macati [25] y habla bien el tagalo. Ahora, quiere que le tenga por recién venido de Rusia y se honra con aparentar ignorar el idioma de sus padres.

- Entonces, ¡Dios los cría y ellos se pegan!.

- Sin embargo, debemos protestar contra el hecho –exclamaba otro estudiante-; callarse sería asentir y lo sucedido puede repetirse en cualquiera de nosotros. ¡Volvemos a los tiempos de Nerón!.

- ¡Te equivocas! –le replicaba otro-; ¡Nerón era un gran artista y el P. Dámaso un pésimo predicador!.

Los comentarios de las personas de edad eran otros.

Mientras esperaban la llegada del Capitán General en una casita fuera del pueblo, decía el gobernadorcillo:

- Decir quién tiene y quién no tiene razón, no es cosa fácil; sin embargo, si el señor Ibarra hubiese guardado más prudencia...

[25] San Pedro de Makati, como se escribe hoy, era un pueblo en el extrarradio de Manila. Junto con el pueblo de Guadalupe, se ha convertido hay en la ciudad de Makati, un gran centro comercial y financiero.

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