Capítulo 30: Julî - Page 4 of 7

Despues de eructar tres 6 cuatro veces, porque el señor Jueztiene esta fea costumbre, dijo que la única persona que podíasalvar á Basilio era el P. Camorra, en el caso de que lo quisiese —y miraba con mucha intencion á la joven. — El la aconsejabatratase de hablar con el cura en persona.

— Ya sabeis la influencia que tiene; ha sacado á vuestroabuelo de la cárcel... Basta un informe suyo para desterrar áun recien nacido 6 salvar de la muerte á un ahorcado.

Juli no decía nada, pero hermana Ball encontraba el consejocomo si lo hubiese leido en una novena: estaba dispuestaá acompañarla al convento. Precisamiente iba á tomar delimosna un escapulario mediante el cambio de cuatro realesfuertes

Pero Juli sacudía la cabeza y no quería ir al convento.Hermana Bali que creía adivinar el motivo — el P. Camorrase llamaba Si cabayo por otro nombre y era muy travieso —la tranquilizaba:

— ¡Nada tienes que temer! si voy contigo! decía; no hasleido en el libritio de Tandang Basio dado por el cura, que lasjóvenes deben ir al convento, aun sin saberlo sus mayores, paracontar lo que pasa en la casa? Abá ! Aquel libro está impresocon permiso del Arzobispo, abá !

Jun, impaciente y deseando cortar la conversacion, suplicó ála devota que fuese si gustaba, pero el señor Juez observóeructando que las súplicas de una cara joven mueven más quelas de una vieja, que el cielo derramaba su rocío sobre lasflores frescas en más abundancia que sobre las secas. La metá-fora resultaba hermosamente malvada.

Juli no contestó y ambas mujeres bajaron. En la calle, lajoven se negó tenazmente á ir al convento y se retiraron á subarrio. Hermana Bali que se sentía ofendida de la falta deconfianza yendo con ella, se vengaba endilgándola un largosermon.

La verdad era que la joven no podía dar aquel paso sincondenarse á sí misma, sin que la condenen los hombres, sinque la condene Dios ! Le habían hecho oir varias veces, conrazón ó sin ella, que si hacía aquel sacrificio, indultarían á supadre, y sin embargo ella se había negado, apesar de losgritos de su conciencia recordándola su deber filial. Y ahoradebía hacerlo por Basilio, por su novio? Sería caer al sonde las burlas y carcajadas de toda la creacion, Basilio mismo ladespreciaría; no, jamás! Primero se ahorcaría 6 saltaría encualquier precipicio. De todos modos estaba ya condenadapor ser mala hija.

La pobre Juli tuvo aun que sufrir todas las recriminacionesde sus parientes que, no sabiendo nada de lo que había podidopasar entre ella y el P. Camorra, se burlaban de sus temores.¿Acaso el P. Camorra se iba á fijar en una campesina habiendo tantas en el pueblo? Y las buenas mujeres citabannombres de solteras ricas y bonitas, más ó menos desgraciadas.Y entretanto ¿si le afusilan á D. Basilio?

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itaás ang putíng watawat