Capítulo 28: Tatakut - Page 6 of 7
—¡Ejem, ejem, ejjjem !
Plácido y el pirotécnico se cambiaron otra mirada.
—Si no llega á estar enfermo ese...
—Se simula una revolucion! añadió negligentemente elpirotécnico, encendiendo un cigarillo por encima del tubo delquinqué; y ¿qué haríamos entonces?
— Pues hacerla ya de véras, porque, ya que nos van á dego-llar...
La tos violenta que se apoderó del platero impidió que seoyese la continuacion de la frase. Debía Chichoy decir cosasterribles porque hacia gestos asesinos con su soplete y poniacara de tragico japonés.
—Digan ustedes que se finge enfermo porque tiene miedode salir! Como le vea...
Al maestro le atacó otra violentísima tos y acabó porsuplicar á todos se retirasen.
— Sin embargo, prepararse, prepararse, decía el pirotécnico.Si quieren forzarnos á matar ó á morir...
Otra tos le volvió á atacar al infeliz patron y los obrerosú oficiales se retiraron á sus casas, llevándose martillos, sier-ras y otros instrumentos más ó menos cortantes, más ó menoscontundentes, disponiéndose á vender caras sus vidas. Plácidoy el pirotécnico volvieron á salir.
—Prudencia, prudencia! recomendaba el maestro con vozlacrimosa.
—Usté ya no más cuidado con mi viuda y mis huérfanos! su-plicaba el crédulo con voz más lacrimosa todavía.
El infeliz ya se veía acribillado de balas y enterrado.