Capítulo 25: Llantos - Page 6 of 6

—Oye, dijo Isagani seriamente; te advierto que tratándosede frailes, respeto á uno.

Sandoval que ya estaba alegre se puso á cantar :

¡Un fraile, dos frailes, tres frailes en el c000ro

Hacen el mismo efecto que un solo t0000ro I

— Escuchad, hermanos ; volved la vista hácia los hermososdías de vuestra infancia; tratad de examinar el presente ypreguntaos el porvenir. Qué teneis? Frailes, frailes y frailes !Un fraile os bautiza, confirma, visita en la escuela con amorosoafan; un fraile escucha vuestros primeros secretos, es el pri-mero en haceros comer á un Dios, en iniciaros en la senda de lavida; frailes son vuestros primeros y últimos maestros, frailees el que abre el corazon de vuestras novias, disponiéndolas ávuestros suspiros, un fraile os casa, os hace viajar por diferentesislas proporcionándoos cambios de clima y distracciones; él osasiste en vuestra agonía y aunque subais al cadalso, allí está elfraile para acompañaros con sus rezos y lágrimas y podeis estartranquilos que no os ha de abandonar, hasta veros bien muertosy ahorcados. Mas su caridad no termina allí; muertos ya procu-rará enterraros con toda pompa, luchará para que vuestrocadáver pase por la iglesia, reciba los sufragios y solo des-cansará satisfecho cuando os pueda entregar en manos delCriador purificados aquí en la tierra, gracias á temporalescastigos, torturas y humillaciones. Conocedores de la doctrinade Cristo que cierra el cielo á los ricos, ellos, nuevos redentores,verdaderos ministros del Salvador, inventan todas las astuciaspara aligeraros de vuestros pecados, vulgo cuapi, y los trasportanlejos, muy lejos, allá donde los condenados chinos y protestantesviven, y dejan esta atmósfera límpida, pura, saneada, de talmodo que aunque quisiéramos despues, no pudiésemos encontrarun real para nuestra condenacion!

« Si pues su existencia es necesaria á nuestra felicidad, sido quiera que llevemos la nariz nos hemos de encontrar con lafina mano, hambrienta de besos, que aplana cada día mas elmaltrecho apéndice que en el rostro ostentamos ¿por qué nomimarlos y engordarlos y por qué pedir su anti política expul sion?Considerad un momento el inmenso vacío que en nuestrasociedad dejaría su ausencia! Obreros incansables, mejoran ymultiplican las razas; desunidos como estamos merced á celosy susceptibilidades, los frailes nos unen en una suerte comun,en un apretado haz, tan apretado que muchos no pueden moverlos codos! Quitad al fraile, señores, y vereis cómo el edificiofilipino tambaleará, falto de robustos hombros y velludas pier-nas, la vida filipina se volverá monótona sin la nota alegre delfraile jugueton y zandunguero, sin los libritos y sermones que hacen desternillar de risa, sin el gracioso contraste de grandespretensiones en insignificantes cráneos, sin la representacionviva, cuotidiana, de los cuentos de Boccacio y Lafontaine! Sinlas correas y escapularios, ¿qué quereis que en adelante hagannuestras mujeres sino economizar ese dinero y volverse acasoavaras y codiciosas? Sin las misas, novenarios y procesiones,¿dónde encontrareis panguinguis para entretener sus ocios? ten-drán que reducirse á las faenas de la casa y en vez de leerdivertidos cuentos de milagros, tendremos que procurarles lasobras que no existen ! Quitad al fraile, y se desvanecerá elheroismo, serán del dominio del vulgo las virtudes políticas;quitadle y el indio dejará de existir; el fraile es el Padre, elindio el Verbo; aquel el artista, éste la estatua, porque todo loque somos, lo que pensamos y lo que hacemos, al fraile se lodebemos, á su paciencia, á sus trabajos, á su constancia de tressiglos para modificar la forma que nos dió Naturaleza! Y Fili-pinas sin fraile y sin indio, ¿qué le pasará al pobre gobierno enmanos con los chinos? »

—¡Comerá torta de cangrejos! contestó Isagani á quien leaburría el discurso de Pecson.

—Y es lo que debemos hacer! Basta de discursos!

Como no aparecía el chino que debía traer el plato, levantóseuno de los estudiantes y se fué al fondo, hácia el balcon quedaba al río; mas se volvió inmediatamente haciendo señas mis-teriosas.

— Nos espían; he visto al favorito del P. Sibyla!

— Sí? exclamó Isagani levantándose.

— Es inutil; al verme se ha ido.

Y acercándose á la ventana, miró hácia la plaza. Despueshizo señas á sus compañeros para que se acercasen. Vieronsalir por la puerta de la pansitería un joven que miraba á todaspartes y entraba con un desconocido en un coche que esperabajunto á la acera. Era el coche de Simoun.

—Ah ! exclamó Makaraig; el esclavo del Vide Rector ser-vido por el Amo del General !

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waláng sinásabi