Capítulo 21: Tipos Manilenses - Page 4 of 8
E hizo su gesto de indiferencia. Pero luego observó que elmilitar, despues de comunicar con dos ó tres grupos más, se diri-gió á un coche y pareció hablar animadamente con una personaen el interior. Camaroncocido dió algunos pasos y sin sorpren-derse creyó reconocer al joyero Simoun, mientras sus finos oidospercibían este corto diálogo :
— La señal es un disparo!
— Sí, señor.
—No tengais cuidado; es el General quien lo manda; perocuidado con decirlo. Si seguís mis instrucciones, ascendereis.
—Sí, señor.
—Con que estad dispuestos!
La voz calló y segundos despues el coche se puso en movi-miento. Camaroncocido, apesar de toda su indiferencia, no pudomenos de murmurar ;
— Algo se trama,.. atencion á los bolsillos!
Y sintiendo que los suycs estaban vacíos, volví° á encogersede hombros. A él qué le importaba que el cielo se venga abajo?
Y siguió haciendo su ronda. Al pasar delante de dos personasque hablaban, pescó lo que una de ellas que tenía en el cuellorosarios y escapularios, decía en tagalo :
— Los frailes pueden más que el General, no seas simple; éstese va y ellos se quedan. Con tal de que lo hagamos bien nosharemos ricos. La señal es un disparo!
—¡Aprieta, aprieta! murmuró Camaroncocido sacudiendolos dedos; allá el General, y aquí el P. Salví... ¡Pobre país!...Pero y á mí qué?
Y encogiéndose de hombros y escupiendo al mismo tiempo,dos gestos que en él eran los siguos de la mayor indiferencia,prosiguió sus observaciones..
Entretanto los coches venían en vertiginosa carrera, parabande firme junto á la puerta depositando á la alta sociedad. Lasseñoras, aunque apenas hacía fresco, lucían magníficos chales,pañolones de seda y hasta abrigos de entretiempo; los caballe-ros, los que iban de frac y corbata blanca usaban gabanes, otroslos llevaban sobre el brazo luciendo los ricos forros de seda.