Capítulo 18: Supercherias - Page 2 of 7

Ben Zayb miraba y miraba, palpaba la mesa, levantaba el paño, y se llevaba de cuando en cuando la mano á la frentecomo para recordar algo.

—¿Se le ha perdido algo? preguntó Mr. Leeds.

— Los espejos, mister, ¿dónde están los espejos?

—Los de usted no sé donde estarán, los míos los tengo en laFonda... ¿quiere usted mirarse? Está usted algo descompuesto ypálido.

Muchos, apesar de la impresion, al ver la calma guasona delamericano se rieron y Ben Zayb muy corrido volvió á su asiento,murmurando :

—No puede ser; verán ustedes como no lo hace sin, espe-jos; tendrá luego que cambiar de mesa...

Mr. Leeds volvió á colocar el paño sobre la mesa y dirigién-dose á los ilustres curiosos les preguntó :

—¿Están ustedes satisfechos? podemos empezar?

—¡Anda, que tiene flema! dijo la señora viuda.

— Pues tomen asiento las señoras y señores y piensen en loque quieran preguntar.

Mr. Leeds desapareció por una puerta y al cabo de algunossegundos volvió con una caja de madera oscura, carcomida, conalgunas inscripciones representadas por aves, mamíferos, flores,cabezas humanas etc.

—Señoras y señores, dijo Mr. Leeds con cierta gravedad:visitando una vez la gran pirámide de Khufu, faraon de lacuarta dinastía, dí con un sarcófago de granito rojo, en unaposento olvidado. Mi gozo fué grande creyendo encontrarmecon una momia de la familia real, mas, cual no sería mi desen-canto cuando, abierto el sarcófago despues de infinitos trabajos,no encontré más que esta caja que ustedes pueden examinar.

Y paseó la caja á los que estaban en primera fila. El P.Camorra echó el cuerpo hácia atrás como si tuviese asco, elP. Salví la miró de cerca como si le atrajesen las cosas sepul-crales; el P. Irene sonreía con la sonrisa del inteligente;D. Custodio afectaba gravedad y desden, y Ben Zayb buscabasu espejo; allí debía estar, pues de espejos se trataba.

¡Como huele á cadaver ! dijo una señora; puff!

Y se abanicó furiosamente.

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pakitang-tao