Capítulo 6: Capitán Tiago - Page 3 of 4
Que estaba en paz con el Gobierno, no hay que dudarlo por difícil que la cosa pareciese. Incapaz de imaginarse un pensamiento nuevo y contento con su modus vivendi, siempre estaba dispuesto a obedecer al último oficial quinto de todas las oficinas, a regalar piernas de jamón, capones, pavos, fruta de China en cualquier estación del año. Si oía hablar mal de los naturales, él, que no se consideraba como tal, hacía coro y hablaba peor; si se criticaba a los mestizos sangleyes [11] o españoles, criticaba él también, acaso porque se creyese ya íbero puro. Era el primero en aplaudir toda imposición o contribución, máxime cuando olía una contrata o un arriendo detrás. Siempre tenía orquestas a mano para felicitar y dar enfrentadas [12] a toda clase de gobernadores, alcaldes, fiscales, etc., etc., en sus días, cumpleaños, nacimiento o muerte de un pariente, en cualquiera alteración, en fin, de la monotonía habitual. Encargaba para esto versos laudatorios, himnos en que se celebra al suave y cariñoso gobernador, valiente y esforzado alcalde que le espera en el cielo la palma de los justos (o palmeta) y otras cosas más.
Fue gobernadorcillo del rico gremio de mestizos, a pesar de la protesta de muchos que no le tenían por tal. En los dos años de su mandato estropeó diez fracs, otros tantos sombreros de copa y media docena de bastones; el frac y el sombrero de copa en el Ayuntamiento, en Malacañang [13] y en el cuartel; el sombrero de copa y el frac en la gallera, en el mercado, en las posesiones, en las tiendas de los chinos y debajo del sombrero y dentro del frac, Capitán Tiago sudando con la esgrima del bastón de borlas, disponiendo, arreglando y descomponiéndolo todo con una actividad pasmosa y una seriedad más pasmosa todavía. Así que las Autoridades veían en él a un buen hombre, dotado de la mejor voluntad, pacífico, sumiso, obediente, agasajador, que no leía ningún libro ni periódico de España aunque hablaba bien el español; le miraban con el sentimiento con que un pobre estudiante contempla el gastado tacón de su zapato viejo, torcido gracias a su modo de andar. Para él resultaban verdaderas ambas frases cristianas y profanas beati pauperes spiritu y beati possidentes [14] y muy bien se le podía aplicar aquella, según algunos equivocada, traducción del griego: “¡Gloria a Dios en las alturas y paz a los hombres de buena voluntad en la tierra!”, pues, como veremos más adelante, no basta que los hombres tengan buena voluntad para vivir en paz. Los impíos le tomaban por tonto, los pobres por despiadado, cruel, explotador de la miseria, y sus inferiores por déspota y tirano. Y ¿las mujeres?. ¡Ah, las mujeres!. Rumores calumniosos zumban en las miserables casas de nipa [15] y se asegura oírse lamentos, sollozos, mezclados a veces con los vahídos de un infante. Más de una joven es señalada por el dedo malicioso de los vecinos: ella tiene la mirada indiferente y el seno marchito. Pero estas cosas no le quitan el sueño; ninguna joven turba su paz; una vieja es la que le hace sufrir, una vieja que le hace la competencia en devoción y que ha merecido de muchos curas más entusiastas alabanzas y encomios que él en sus mejores días consiguiera. Entre Capitán Tiago y esta viuda, heredera de hermanos y sobrinos, existe una santa emulación, que redunda en bien de la Iglesia, como la competencia de los vapores de la Pampanga redundaba entonces en bien del público. ¿Regala Capitán Tiago un bastón de plata con esmeraldas y topacios a una Virgen cualquiera?, pues ya está Dª. Patrocinio encargando otro de oro y con brillantes del platero Gaudinez; que en la procesión de la Naval [16] Capitán Tiago levantó un arco con dos fachadas, de tela abollonada, con espejos, globos de cristal, lámparas y arañas, pues Dª. Patrocinio tendrá otro con cuatro fachadas, dos varas más alto y con más colgajos y perendengues. Pero entonces él acude a su fuerte, a su especialidad, a las misas con bombas y fuegos artificiales, y Dª. Patrocinio tiene que morderse con sus encías los labios, pues, excesivamente nerviosa, no puede soportar el repiqueteo de las campanas y menos las detonaciones. Mientras él sonríe, ella piensa en su revancha y paga con el dinero de los otros a los mejores oradores de las cinco Corporaciones de Manila, a los más famosos canónigos de la Catedral y hasta a los Paulistas para predicar en los días solemnes sobre temas teológicos y profundísimos a los pecadores que sólo comprenden lengua de tienda [17]. Los partidarios de Capitán Tiago han observado que ella se duerme durante el sermón, pero los partidarios de ella contestan que el sermón está ya pagado, y por ella, y en todas las cosas pagar es lo primordial. Últimamente le anonadó regalando a una iglesia tres andas de plata con dorados, cada una de las cuales le costará más de tres mil pesos. Capitán Tiago espera que esta anciana acabe de respirar el mejor día o que pierda cinco o seis de sus pleitos, para servir sólo a Dios; desgraciadamente los defienden los mejores abogados de la Real Audiencia y en cuanto a su salud, no tiene por donde cogerla la enfermedad: parece un alambre de acero, sin duda para edificación de las almas, y se agarra de este valle de lágrimas con la tenacidad de una erupción de la piel. Sus partidarios tienen la confianza según de que a su muerte será canonizada y de que Capitán Tiago mismo la ha de venerar aún en los altares, lo que él acepta y promete con tal de que muera pronto.
Así era el Capitán Tiago en aquel entonces. En cuanto al pasado:
Era hijo único de un azucarero de Malabon, [18] bastante acaudalado, pero tan avaro que no quiso gastar un cuarto por educar a su hijo, por cuyo motivo fue Santiaguillo criado de un buen dominico [19], hombre muy virtuoso, que procuraba enseñarle todo lo bueno que podía y sabía. Cuando iba a tener la felicidad de que sus conocidos le llamaran lógico, esto es, cuando iba a estudiar lógica, la muerte de su protector, seguida de la de su padre, dio fin a sus estudios y entonces tuvo que dedicarse a los negocios. Casóse con una hermosa joven de Santa Cruz que le ayudó a hacer su fortuna y le dio su posición social. Dª. Pía Alba no se contentó con comprar azúcar, café y añil; quiso sembrar y cosechar, y compró el nuevo matrimonio terrenos en San Diego, datando de ahí sus amistades con el P. Dámaso y D. Rafael Ibarra, el más rico capitalista del pueblo.
[11] Sangley, palabra derivada del chino 'hiang' (o 'xiang') y 'ley', que significa mercader ambulante, nombre con el que suele referirse a los mercaderes chinos, de los culaes había, y hay, infinidad en Binondo, el distrito del Capitán Tiago.
[12] Serenatas en homenaje a algun personaje de nota. Las que organiza el novio y sus amigos bajo la ventana de la novia se llaman 'harana.'
[13] Malacañang o Palacio de Malacañang (también Malacañán) fué palacio de verano de D. Luis Rocha, de familia prominente, por lo menos desde mediados del siglo XVIII. Después de varias vicisitudes, el palacio se convirtió en residencia oficial de verano del Gobernador General en 1847. Los terremotos de 1863, que obliteró por completo el palacio del gobernador en Intramuros, y de 1869, peor que el anterior, forzaron la decisión de designar el palacio de Malacañang como sede oficial del gobierno. Hubo necesidad de renovar el sitio con obras que no concluyeron hasta la década de los 80 del siglo XIX. El conjunto resultante de edificaciones de estilo colonial filipino, algunas suntuosas, en un parque de árboles a ambas orillas del rio Pasig, es hasta hoy sede oficial del Gobierno de Filipinas y residencia oficial de su presidente. Puede verse una página interesante con historia y fotos en Malacañang.
[14] Traducidas como 'Bienaventurados los pobres de espíritu' y 'Bienaventurados los que poseen.' Rizal juega aquí con el texto de las bienaventuranzas del evangelio. La primera dice 'Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el reino de los cielos' y otra 'Bienaventurados los mansos porque poseerán la tierra.'
[15] Palma de ciénaga que da frutas con las que se hace vino y licores y hojas imbricadas con las que construir el tejado y tabiques de las casas ligeras de las zonas rurales de Filipinas.
[16] La procesión de Nuestra Señora de La Naval, "La Naval," conmemora todos los años la victoria de dos galeones decrépitos con tropas filhispanas, 'las dos gallinas' los llamaron entonces, sobre una armada de cinco navíos de guerra holandeses en varios encuentros entre el 15 de Marzo y el 4 de Octubre de 1646. La victoria fué atribuida a la intercesión milagrosa de una imágen de la Virgen a bordo de uno de los galeones, desde entonces conocida como Nuestra Señora de la Naval que se venera en la Iglesia de Santo Domingo, antiguamente en Intramuros y desde después de la segunda guerra mundial en Quezon City. Para más detalles se puede ver La Naval.
[17] Jerga hecha de una mezcla de vocabulario y gramática español y tagalog del que se ha derivado el chabacano del distrito de Ermita que se habló hasta que Ermita (y sus habitantes, mayoritariamente mestizos de habla hispana) fue bombardeada y arrasada por fuerzas de Estados Unidos en los últimos dias de la segunda guerra mundial. Se llama 'lengua de tienda' porque es en lo que se entendían los tenderos filipinos y chinos con sus clientes españoles.
[18] Pueblo en los pantanos cercanos al norte de Manila.
[19] En los conventos españoles del tiempo de España solía haber un número de muchachos jóvenes, 'bata,' y mujeres de más edad que atendían a la iglesia, las estancias y las necesidades diarias de los clérigos. A cambio de sus servicios los 'bata' recibían sustento y educación y muchos de ellos llegaron a ser personajes notables como el Capitán Tiago de nuestra historia. Hubo también casos de maltratos y abusos como los que Rizal describe más adelante en la novela.