Capítulo 56: Lo Que Se Dice Y Lo Que Se Cree - Page 4 of 6

Felizmente para Hermana Putê, la llegada de una criada corriendo, toda azorada y pálida, cortó la discusión.

- ¡Un ahorcado en la huerta del vecino! –decía jadeante.

- ¡Un ahorcado! –exclamaron todos llenos de estupor.

Las mujeres se santiguaron; nadie pudo moverse de su sitio.

- Sí, señor –continúa la criada temblorosa-; iba yo a coger guisantes... miro a la huerta del vecino para ver si estaba... veo un hombre balancearse; creí que era Teo, el criado, que me da siempre... me acerco para... coger guisantes, y veo que no es él sino otro, un muerto, corro, corro, y...

- Vamos a verlo –dice el viejo levantándose-, condúcenos.

- ¡No te vayas! –le grita hermana Putê cogiéndole de la camisa- ¡te va a suceder una desgracia!, ¿se ha ahorcado?, ¡pues peor para él!.

- Déjeme verlo, mujer; vete al Tribunal, Juan, a dar parte; acaso no esté aún muerto.

Y fuése a la huerta seguido de la criada, que se ocultaba detrás de él; las mujeres y la misma Hermana Putê venían detrás, llenas de temor y curiosidad.

- Allá está, señor –dijo la criada deteniéndose y señalando con el dedo.

La comisión se detuvo a respetable distancia, dejando al viejo avanzar solo.

Un cuerpo humano, colgado de la rama de un santol, se balanceaba suavemente, impulsado por la brisa. Contemplóle el viejo algún tiempo: vio aquellos pies rígidos, los brazos, la ropa manchada, la cabeza doblada.

- No debemos tocarle hasta que llegue la justicia –dijo en voz alta-; ya está rígido; hace mucho que está muerto.

Las mujeres se acercaron poco a poco.

- Es el vecino que vivía en aquella casita, el que ha llegado hace dos semanas; ved la cicatriz en la cara.

- ¡Avemaría! –exclamaron algunas mujeres.

- ¿Rezamos por su alma? –preguntó una joven luego que hubo acabado de mirarlo y examinarlo.

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kalatóg-pinggán