Capítulo 46: La Gallera - Page 3 of 8

El corro de curiosos y jugadores esparce la noticia de que lucharían dos célebres gallos; ambos tenían su historia y su fama conquistaba. Todos quieren ver, examinar las dos celebridades; se emiten opiniones, se profetiza.

Entretanto las voces crecen, aumenta la confusión, se invade la Rueda, las graderías se asaltan. Los soltadores llevan a la arena dos gallos, un blanco y un rojo, armados ya, pero las navajas están aún envainadas. Se oyen gritos ¡al blanco, al blanco!; alguna que otra voz grita ¡al rojo!. El blanco era el llamado y el rojo el dejado. [5]

Entre la multitud circulan guardias civiles; no llevan el uniforme del benemérito cuerpo, pero tampoco van de paisano. Pantalón de guingón con franja roja, camisa manchada de azul de la blusa desteñida, gorra de cuartel, he aquí el disfraz en armonía con su comportamiento: apuestan y vigilan, turban y hablan de mantener la paz.

Mientras se grita, se tienden las manos, agitando monedas y haciéndolas sonar; mientras se busca en los bolsillos la última moneda o, a falta de ella, se quiere empeñar la palabra, prometiendo vender el carabao, la próxima cosecha, etc., dos jóvenes, hermanos al parecer, siguen con ojos envidiosos a los jugadores, se acercan, murmuran tímidas palabras que nadie escucha, se ponen cada vez más sombríos y se miran entre sí con disgusto y despecho. Lucas los observa con disimulo, sonríe malignamente, hace sonar pesos de plata, pasa cerca de los dos hermanos y mira hacia la Rueda gritando:

- ¡Pago cincuenta, cincuenta contra veinte por el blanco!.

Los dos hermanos cambian entre sí una mirada.

- Yo ya te decía –murmura el mayor- que no apostases todo el dinero; ¡si me hubieses obedecido tendríamos ahora para el rojo!.

El menor se acerca tímidamente a Lucas y le toca del brazo.

- ¿Eres tú? –exclama éste volviéndose y fingiendo sorpresas-; ¿acepta tu hermano mi proposición o vienes a apostar?.

- ¿Cómo queréis que apostemos si hemos perdido todo?.

- ¿Entonces aceptáis?.

- ¡Él no quiere!; si pudiéseis prestarnos algo, ya que decís que nos conocéis...

Lucas rascóse la cabeza, estiró su camisa y repuso:

- Sí que os conozco; sois Társilo y Bruno, jóvenes y fuertes. Sé que vuestro valiente padre murió de resultas de los cien azotes diarios que le daban esos soldados; sé que no pensáis vengarle...

[5] Llamado es el gallo favorito del público, el llamado a ganar. Y dejado es el que en opinión del público no tiene muchas probabilidades y por el que pocos apuestan.

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nakapakò ang paningín