Capítulo 44: Exámen De Conciencia - Page 3 of 5
- Toma un granito más –decía Sinang en voz baja, presentándole un gránulo blanco, que sacó de un pequeño tubo de cristal-; él dice que, cuando sientas ruido o zumbido de oídos, suspendas la medicina.
- ¿No ha vuelto a escribirte? –pregunta en voz baja la enferma.
- No, ¡debe estar muy ocupado!.
- ¿No me manda a decir nada?.
- No dice más sino que va a procurar que el Arzobispo le absuelva de la excomunión para que...
La conversación se suspende porque viene la tía.
- El Padre dice que te dispongas a confesarte, hija –dice ésta-; dejadla para que haga su examen de conciencia.
- Pero ¡si no hace una semana que se confesó! –protesta Sinang-. ¡Yo no estoy enferma y no peco tan a menudo!.
- ¡Aba! ¿no sabéis lo que dice el cura: el justo peca siete veces al día?. Vamos, ¿quieres que te traiga el Ancora, el Ramillete o el Camino recto para ir al cielo? [13]
María Clara no contestó.
- Vamos, no te has de fatigar –añade la buena tía para consolarla-; yo misma te leeré el examen de conciencia y tú harás sino recordar los pecados.
- ¡Escríbele que no piense más en mí! –murmuró María Clara al oído de Sinang cuando se despedía de ella.
- ¿Cómo?.
Pero la tía entró y Sinang tuvo que alejarse sin comprender lo que su amiga le había dicho.
La buena tía acercó una silla a la luz, púsose los anteojos sobre la punta de la nariz y abriendo un librito, dijo:
- Pon mucha atención. Hija mía; voy a empezar por los Mandamientos de la Ley de Dios; iré despacio para que puedas meditar; si no me has oído bien, me lo dirás para que lo repita; ya sabes que por tu bien no me canso jamás.
Empezó a leer con voz monótona y gangosa las consideraciones acerca de los casos pecaminosos. Al final de cada párrafo ponía una larga pausa, para dar tiempo a la joven de recordar sus pecados y arrepentirse.
[13] Títulos de tres libros populares de devoción.