Capítulo 25: En Casa Del Filósofo - Page 5 of 6

- ¡Dios, el Gobierno y la Religión no permitirían que llegue ese día! –repuso Crisóstomo, impresionado a pesar suyo-. Filipinas es religiosa y ama a España; Filipinas sabrá cuánto por ella hace la nación. Hay abusos sí, hay defectos, no lo he de negar, pero España trabaja para introducir reformas que los corrijan, madura proyectos, no es egoísta.

- Lo sé, y esto es lo peor. Las reformas que vienen de lo alto se anulan en las esferas inferiores gracias a los vicios de todos, por ejemplo, al ávido deseo de enriquecerse en poco tiempo y a la ignorancia del pueblo que todo lo consiente. Los abusos no los corrige un real decreto mientras una autoridad celosa no vigile su ejecución, mientras no se conceda la libertad de la palabra contra las demasías de los tiranuelos: los proyectos quedan proyectos, los abusos abusos, y el ministro, satisfecho, dormita más tranquilo, sin embargo. Aún más, si acaso viene un personaje de alto puesto con grandes y generosas ideas, pronto empieza por oír, mientras por detrás le tienen por loco: “V.E. no conoce el país, V.E. no conoce el carácter de los indios, V.E. los va a perder, V.E. hará bien de fiarse en fulano y zutano, etc.”, y como S.E. no conocía efectivamente el país, que hasta ahora había colocado en América, y además tiene defectos y debilidades como todo hombre, se deja convencer. S.E. recuerda también que para conseguir el puesto, ha tenido que sudar mucho y sufrir más, que lo tiene únicamente por tres años, que se hace viejo y es menester no pensar en quijoterías sino en su porvenir: un hotelito de Madrid, una casita en el campo y una buena renta para vivir con lujo en la Corte, he aquí lo que debía buscar en Filipinas. No pidamos milagros, no pidamos que se interese por el bien del país quien viene como extranjero para hacer su fortuna y marcharse después. ¿Qué le importa el agradecimiento o las maldiciones de un pueblo que no conoce, en donde no tiene sus recuerdos, en donde no tiene sus amores?. La gloria para ser agradable, es menester que resuene en los oídos de los que amamos, en la atmósfera de nuestro hogar; o de la patria que ha de guardar nuestras cenizas: queremos que la gloria se siente sobre nuestro sepulcro para calentar con sus rayos el frío de la muerte, para que no nos reduzcamos por completo a la nada, sino que quede algo de nosotros. Nada de esto podemos prometer al que viene a cuidarse de nuestros destinos. Y lo peor de todo esto es que se marchan cuando empiezan a enterarse de su deber. Pero nos alejamos de nuestra cuestión.

- No, antes de volver a ella, necesito aclarar ciertas cosas –interrumpió el joven vivamente-. Puedo conceder que el Gobierno desconozca al pueblo, pero creo que el pueblo conoce menos al Gobierno. Hay funcionarios inútiles, malos, si Ud. quiere, pero también los hay buenos y si éstos no pueden nada hacer, es porque se encuentran con una masa inerte: la población que toma poca participación en las cosas que le atañen. Pero no he venido a discutir con Ud. sobre este punto: venía para pedirle un consejo y Ud. me dice que doble ante grotescos ídolos la cabeza...

- Sí, y lo repito, porque aquí hay que bajar la cabeza o dejarla caer.

- ¿O bajar la cabeza o dejarla caer? –repitió Ibarra pensativo-. ¡Es duro el dilema!. Pero y ¿por qué?. ¿Es acaso incompatible el amor a mi país con el amor a España?. ¿Es acaso necesario rebajarse para ser buen cristiano?, ¿prostituir la propia conciencia para llevar a cabo un buen fin?. Amo a mi patria, a Filipinas, porque a ella le debo la vida y mi felicidad y porque todo hombre debe amar a su patria; amo a España, la patria de mis mayores, porque, a pesar de todo, Filipinas le debe y le deberá su felicidad y su porvenir; soy católico, conservo pura la fe de mis padres y no veo por qué había de bajar la cabeza, cuando la puedo levantar. ¿Entregarla a mis enemigos cuando los puedo hollar?.

- Porque el campo en donde Ud. quiere sembrar está en poder de sus enemigos, y contra ellos no tiene Ud. fuerza... Es necesario que Ud. bese primero esa mano que...

Pero el joven no le dejó continuar y exclamó arrebatado:

Learn this Filipino word:

naghalukipkíp ng kamáy