Capítulo 25: En Casa Del Filósofo - Page 4 of 6

- ¡Nadie ama la verdad desnuda por eso! –replica el viejo-. Esto es bueno en teoría, factible en el mundo que la juventud sueña. Ahí está el maestro de escuela que se ha agitado en el vacío; corazón de niño que quiso el bien y sólo recogió burla y carcajadas. Ud. me ha dicho que es extranjero en su país y lo creo. Desde el primer día de su llegada, empezó Ud. por herir el amor propio de un religioso que tiene fama de santo entre la gente y de sabio entre los suyos. Dios quiera que este paso no haya decidido su porvenir. No crea Ud. que porque los dominicos y agustinos miran con desprecio el hábito de guingón, el cordón y el indecente calzado, porque haya recordado una vez un gran doctor de Sto. Tomás que el Papa Inocencio III había calificado los estatutos de ésta orden como más propios para puercos que para hombres, no se den todos ellos la mano para afirmar lo que un procurador decía: “El lego más insignificante puede más que el gobierno con todos sus soldados”. ¡Cave ne cadas!. [27] El oro es muy poderoso; el becerro de oro ha derribado muchas veces a Dios de sus altares y ya desde tiempos de Moisés.

- No soy tan pesimista ni me parece tan religiosa la vida en mi país –contestó sonriendo Ibarra-. Creo que esos temores son un poco exagerados y espero poder realizar todos mis propósitos sin encontrar resistencia grande por ese lado.

- Sí, si ellos le tienden la mano; no, si ellos se la retiran. Todos sus esfuerzos de Ud. se estrellarían contra las paredes de la casa parroquial con sólo agitar el fraile su cordón o sacudir el hábito; el alcalde, por cualquier pretexto, le negaría mañana lo que hoy ha concedido; ninguna madre dejaría que su hijo frecuentase la escuela y entonces todas las fatigas tendrían un efecto contraproducente: desanimarían a los que después quisiesen intentar generosas empresas.

- Con todo –repuso el joven-, no puedo creer en ese poder que Ud. dice y aún suponiéndolo, admitiéndolo, tendría todavía a mi lado al pueblo sensato, al Gobierno que está animado de muy buenos propósitos, lleva grandes miras y quiere francamente el bien de Filipinas.

- ¡El Gobierno!. ¡El Gobierno! –murmura el filósofo levantando los ojos para mirar al techo-. Por más animado que esté del deseo de engrandecer el país en beneficio del mismo y de la Madre Patria; por más que el generoso espíritu de los Reyes Católicos lo recuerde aún alguno que otro funcionario y lo mente a solas, el Gobierno no ve, no oye, no juzga más que por lo que le hace ver, oír y juzgar el cura o el provincial; [28] está convencido que sólo descansa en ellos, de que si se sostiene es porque ellos le sostienen, que si vive es porque le consienten que viva y el día en que le falte, caerá como un maniquí que perdió su sostén. Al Gobierno se le amedrenta con levantar al pueblo y al pueblo con las fuerzas del Gobierno: de aquí se origina un sencillo juego que se parece a lo que sucede a los medrosos al visitar lugares lúgubres: toman por fantasmas las propias sombras y por extrañas voces los propios ecos. Mientras el Gobierno no se entienda con el país, no saldrá de esta tutela; vivirá como esos jóvenes imbéciles que tiemblan a la voz de su ayo, cuya condescendencia mendigan. El Gobierno no sueña en ningún porvenir robusto, es un brazo, la cabeza es el convento, y por esta inercia con que se deja arrastrar de abismo en abismo, se convierte en sombra, desaparece su entidad, y débil e incapaz todo lo confía a manos mercenarias. Compare Ud., si no, nuestro sistema gubernamental con los de los países que ha visitado.

- ¡Oh! –interrumpe Ibarra-; eso es mucho pedir, contentémonos con ver que nuestro pueblo no se queja, ni sufre como el pueblo de otros países, y eso es gracias a la Religión y a la benignidad de los gobernantes.

- El pueblo no se queja porque no tiene voz, no se mueve porque está aletargado, y dice Ud. que no sufre porque no ha visto lo que sangra su corazón. ¡Pero un día Ud. lo verá y lo oirá y ¡ay de los que basan su fuerza en la ignorancia o en el fanatismo! ¡ay de lo que gozan con el engaño y trabajan en la noche creyendo que todos duermen!. Cuando la luz del día alumbre el aborto de las sombras, vendrá la reacción espantosa: tanta fuerza, durante siglos comprimida, tanto veneno destilado gota a gota, tantos suspiros ahogados saldrán a luz y estallarán... ¿Quién pagará entonces esas cuentas que los pueblos presentan de tiempo en tiempo y que nos conserva la Historia en sus páginas ensangrentadas?.

[27] En latín, 'ojo no caigas.'

Se recibía en Roma a los generales victoriosos con un cortejo en el que el vencedor iba en carro triunfal vestido de gala con corona de laurel y luciendo las insignias de su rango. Detrás de él solía ir un esclavo con corona de oro cuya única función era advertir al homenajeado que no se engreyera en el triunfo al grito de Cave ne cadas!

[28] Superior regional en una orden religiosa que se divide en 'provincias.'

Learn this Filipino word:

namámalahibo