Capítulo 53: Il Buon Di Si Conosce Da Mattina - Page 2 of 2

El filósofo hablaba con animación; sus ojos brillaban.

- Sin embargo, el germen nuevo es pequeño; si todos se proponen, el progreso, que tan caro compramos, se puede ahogar –objetó D. Filipo incrédulo.

- Ahogarle, ¿quién? ¿el hombre, ese enano enfermo, ahogar al Progreso, al poderoso hijo del tiempo y de la actividad?. ¿Cuándo lo pudo?. El dogma, el cadalso y la hoguera, tratando de suspenderle, le empujan. E pur si muove [7] decía Galileo cuando los dominicos le obligaban a declarar que la tierra no se movía; la misma frase se aplica al progreso humano. Se violentarán algunas voluntades, se sacrificarán algunos individuos, pero no importa: el Progreso seguirá su camino, y de la sangre de los que caigan brotarán nuevos vigorosos retoños. ¡Ved! la Prensa misma, por más retrógrada que quisiese ser, da también sin quererlo un paso hacia delante; los mismos dominicos no escapan a esta ley, e imitan a los jesuitas, sus enemigos irreconciliables: dan fiestas en sus claustros, levantan teatritos, componen poesías, porque, como no les falta inteligencia a pesar de creerse en el siglo XV, comprenden que los jesuitas tienen razón y tomarán aún parte en el porvenir de los pueblos jóvenes que han educado.

- Según vos, ¿los jesuitas van con el Progreso? –preguntó admirado D. Filipo-; ¿por qué se los combate en Europa?.

- Os contestaré como un antiguo escolástico –contestó el filósofo, volviéndose a acostar y recobrando su fisonomía burlona-; de tres maneras se puede ir con el Progreso: delante, al lado y detrás; los primeros le guían, los segundos se dejan llevar, los últimos son arrastrados, y a estos pertenecen los jesuitas. Ellos ya quisieran dirigirle, pero, como le ven fuerte y con otras tendencias, capitulan, prefieren seguir que no ser aplastados o quedarse en medio del camino entre sombras. Ahora bien, nosotros, en Filipinas, vamos lo menos tres siglos detrás del carro: apenas empezamos a salir de la Edad Media; por esto los jesuitas, que son retroceso en Europa, vistos desde aquí, representan el Progreso; Filipinas les debe su naciente instrucción, las Ciencias Naturales, alma del siglo XIX, como a los dominicos el Escolasticismo, muerto ya a pesar de León XIII: no hay Papa que resucite lo que el sentido común ha ajusticiado... Pero ¿dónde hemos ido? –preguntó cambiando de tono-; ¡ah! Hablábamos del estado actual de Filipinas... Sí, ahora entramos en el período de lucha, digo, vosotros: nuestra generación pertenece a la noche, nos vamos. La lucha está entre el pasado, que se aferra y agarra con maldiciones al vacilante feudal castillo, y el porvenir, cuyo canto de triunfo se oye a lo lejos a los resplandores de una naciente aurora, trayendo la Buena Nueva de otros países... ¿Quiénes caerán y se sepultarán en las ruinas de lo que se desmonte?.

El anciano calló, y viendo que D. Filipo le miraba pensativo, sonrióse y repuso:

- Casi adivino lo que pensáis.

- ¿De veras?.

- Pensáis que muy bien puedo equivocarme –dijo sonriendo con tristeza-, hoy tengo fiebre y no soy infalible: homo sum et nihil humani a me alienum puto, [8] decía Terencio; pero si alguna vez se permite soñar, ¿por qué no soñar agradablemente en la últimas horas de la vida?. Y luego, ¡no he vivido más que de sueños!, nuestros jóvenes no piensan más que en amoríos y placeres: más tiempo gastan y trabajan más para engañar y deshonrar a una joven, que para pensar en el bien de su país; nuestras mujeres, por cuidar de la casa y la familia de Dios, se olvidan de las propias; nuestros hombres sólo son activos para el vicio y heroicos en la vergüenza; la niñez despierta en tinieblas y rutina, la juventud vive sus mejores años sin ideal, y la edad madura, estéril, tan sólo sirve para corromper con su ejemplo a la juventud... Me alegro de morir... claudite jam rivos, pueri. [9]

- ¿Queréis alguna medicina? –preguntó D. Filipo para cambiar el giro de la conversación que había puesto sombrío el semblante del enfermo.

- Los que mueren no necesitan medicinas, los que os quedáis. Decid a D. Crisóstomo que me visite mañana, pues tengo cosas muy importantes que decirle. Dentro de algunos días me voy. ¡Filipinas está en tinieblas!.

D. Filipo, después de algunos minutos más de conversación, dejó, grave y pensativo, la casa del enfermo.

[7] En italiano, 'y sin embargo se mueve,' como dicen que murmuró para sí Galileo después de ser obligado a retractar la afirmación, contraria a la letra de la biblia, de que la tierra se movía alrededor del sol.
No fueron los dominicos como grupo los que le obligaron a retractar, sino el Santo Oficio, una congregación de la iglesia presidida por un tribunal de cardenales encargados de ver presuntos casos de herejía y pasar sentencia sobre ellos. Rizal, durante su estancia en Europa, se imbuyó de las corrientes racionalistas y liberales del tiempo opuestas enérgicamente por los dominicos de la Universidad de Santo Tomás, donde esa oposición pudo haber contribuído a la tendencia de retrasar la puesta al dia de la universidad de acuerdo con los avances reales de la época. Rizal en el Noli empezó a atacar el conservadurismo oficial de la universidad que controlaba el sistema de educación en Filipinas, una de las causas del retraso de la nación según él. Posiblemente esto le hizo cargar las tintas al pintar a los dominicos de manera más bien denigrante, aunuque no tanto como a los franciscanos, en sus novelas a pesar de que mantuvo buenas relaciones con algunos dominicos y de que la prosperidad de su familia se debió en parte al trato de preferencia que recibió por algún tiempo de los dominicos, dueños de la hacienda donde su familia plantaba. No hay que olvidarse que el Noli, como su posterior novela El Filibusterismo, fue plataforma desde donde Rizal proyectó su pensamiento político y social y que el encarnar estas proyecciones en obras literarias de ficción le permitía forzar los argumentos en nombre de licencia artística.

[8] Célebre frase latina: 'soy hombre: nada de lo humano me es ajeno.' Rizal usa una variante de la frase tomada de Terencio (Heautontimorumenos, o 'El Autoatormentado,' Acto I) que hace decir a Cremes el Viejo: 'homo sum: humani nil a me alienum puto' (los dos puntos son de añadidura moderna para entender mejor el texto.)

[9] Frase al final de la Egloga III de Virgilio cuando advierte a sus pastores que ya basta de cantar. La frase completa es 'Claudite jam rivos, pueri, sat prata biberunt,' literalmente: cerrad los rios, muchachos, que los prados ya han bebido bastante. Con esa frase Tasio indica que ha vivido lo suficiente y ya se puede morir.

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lálabasán