Capítulo 45: Los Perseguidos - Page 2 of 4

El anciano bajó la cabeza en silencio, hizo una seña a los hombres, los cuales se levantaron y se alejaron, no sin dirigir antes una mirada para medir la estatura y los músculos del piloto.

- ¡Sí! –dijo el anciano a Elías luego que se encontraron solos-; hace seis meses, cuando te di abrigo en mi casa, era yo el que me compadecía de ti; ahora la suerte ha cambiado, y eres tú quien me compadeces. Pero siéntate, y dime como has llegado hasta aquí.

- Hace unos quince días que me han hablado de vuestra desgracia –contestó el joven lentamente en voz baja, mirando hacia la luz-; púseme al instante en camino y os he estado buscando de monte en monte: he recorrido casi dos provincias.

- Por no derramar sangre inocente, he tenido que huir; mis enemigos temían presentarse y sólo me ponían delante unos infelices, que no me han hecho el más pequeño mal.

Después de una corta pausa, que Elías empleó para leer los pensamientos en el sombrío semblante del anciano, repuso:

- He venido para proponeros una cosa. Habiendo buscado inútilmente algún resto de la familia que ha causado la desgracia de la mía, he decidido dejar la provincia en donde vivo, para emigrar hacia el Norte y vivir entre las tribus infieles e independientes; [15] ¿queréis dejar la vida que comenzáis y veniros conmigo?. Seré vuestro hijo, pues que habéis perdido los que teníais, y yo que no tengo familia, tendré en vos un padre.

El anciano movió la cabeza negativamente, y dijo:

- A mi edad, cuando se toma una resolución desesperada, es porque no hay otra. Un hombre que, como yo, ha pasado su juventud y su edad madura trabajando para el propio porvenir y el de sus hijos; un hombre que ha sido sumiso a todas las voluntades de sus superiores, que ha desempeñado a conciencia pesados cargos, sufrido todo para vivir en paz y en una tranquilidad posible, cuando este hombre, cuya sangre ha enfriado el tiempo, renuncia a todo su pasado y a todo su porvenir en los bordes mismos de la tumba, ¡es porque ha juzgado maduramente que la paz no existe ni es el supremo bien!. ¿A qué vivir miserables días en tierras extranjeras?. Yo tenía dos hijos, una hija, un hogar, una fortuna; gozaba de consideración y aprecio; ahora estoy como un árbol despojado de sus ramas, vago fugitivo, cazado como una fiera en el bosque, y todo ¿por qué?. Porque un hombre ha deshonrado a mi hija, porque los hermanos pidieron cuenta de la infamia a ese hombre, y porque ese hombre está colocado por encima de los demás con el título de ministro de Dios. Con todo, yo, padre, yo deshonrado en mi vejez, he perdonado la injuria, indulgente con las pasiones de la juventud y las debilidades de la carne, y ante un mal irreparable, ¿qué debía yo hacer sino callarme y salvar lo que me ha quedado?. Pero el criminal ha tenido miedo ante la venganza más o menos próxima, y buscó la perdición de mis hijos. ¿Sabes qué ha hecho?. ¿No?. ¿Sabes que se fingió un robo en el convento, y entre los acusados figuró uno de mis hijos?. Al otro no se le pudo incluir porque estaba ausente. ¿Sabes a las torturas a que fueron sometidos?. ¡Las conoces porque son las de todos los pueblos!. Yo, yo vi a mi hijo colgado de los cabellos, yo oí sus gritos, yo oí que me llamaba, y yo, cobarde y acostumbrado a la paz, ¡no he tenido el valor ni de matar ni de morir!. ¿Sabes que el robo no se probó, que se vio la calumnia y que en castigo el cura fue trasladado a otro pueblo, y mi hijo murió a consecuencia de las torturas?. El otro, el que me quedaba no era cobarde como su padre y temiendo el verdugo que no vengara en él la muerte del hermano, so pretexto de no tener cédula de vecindad, [16] que momentáneamente había olvidado, fue preso por la Guardia Civil, maltratado, irritado y provocado a fuerza de injurias ¡hasta obligarlo al suicidio!. ¡Y yo, yo he sobrevivido después de tanta vergüenza, pero si no he tenido el valor de padre para defender a mis hijos, quédame un corazón para una venganza y me vengaré!. ¡Los descontentos se van reuniendo bajo mi mando, mis enemigos aumentan mi campo, y el día en que me considere fuerte, bajaré al llano y extinguiré en el fuego mi venganza y mi propia existencia!. Y ese día llegará o no hay Dios.

El anciano se levantó agitado y, con la mirada centelleante y la voz cavernosa, añadió mesándose sus largos cabellos:

[15] Referencia a las comunidades étnicas de la Provincia Montañosa en las montañas entre el Mar del Sur de China y el valle de Cagayan del norte de Luzón. Entre las muchas tribus están los Igorrotes (sur), Itnegs (norte) e Ifugaos y Gaddang (este.) Las estribaciones al norte de la Sierra Madre del nordeste de Luzón estaban habitadas por los Ilongotes, antropófagos hasta la segunda mitad del siglo XX.
En tiempo de Rizal estas áreas eran practicamente inaccesibles por falta de infrastructura viaria. Un intento muy serio para cristianizar y abrir comunicaciones con esta zona fué el del Dominico Villaverde en la segunda mitad del siglo XIX. Ingeniero autodidacta, trazó y construyó lo que se llama hoy el Villaverde Trail (Camino de Villaverde) entre San Nicolás en Pangasinán y Santa Fe en Nueva Vizacaya, la primera via de comunicación adecuada entre el centro de Luzón y el Valle de Cagayán. Estudió la topografía de los Montes Caraballo más al este, en las inmediaciones de Dalton Pass, y propuso un ferrocarril que uniera Manila con el Valle de Cagayán, se dice que los papeles de este proyecto están en los archivos de PNR (Ferrocarriles Nacionales Filipinos.) El ferrocarril al valle de Cagayán está aún por construir pero hoy el acceso por carretera al valle es por Dalton Pass, donde Villaverde propusiera su ferrocarril. El Camino de Villaverde se ha convertido en una carretera de segundo orden asfaltada sólo a tramos y muy escénica en su totalidad. Pero su gran obra fué como misionero entre los Ifugaos: fundó el pueblo de Ibun que en su honor se llama hoy Villaverde, diseñó el trazado moderno de calles de Solano admirado por su espaciosidad hasta el dia de hoy, fundó escuelas y desde su base en Kiangan en el interior de la cordillera predicó la fe cristiana sin descanso por lo que fue objeto de varios atentados contra su vida de los que salió ileso. Se puede resumir su obra diciendo que hizo posible el perfil religioso, político, económico y humano de la provincia de Nueva Vizcaya de nuestros dias.

[16] Cédula personal que sirve sirve también como carnet de identidad personal. Se expedía por los gobiernos locales y por ello se llamaba 'cédula de vecindad.' Era documentación obligada que se podía requirir a arbitrio de las autoridades, lo que dió lugar a menudo a muchos abusos.

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