Capítulo 5: La Nochebuena De Un Cochero - Page 4 of 4

—Bueno, bueno! Ya arreglaremos cuentas despues! Decía Capitan Basilio con un gesto elegante.

Tambien el cura quería un par de pendientes de señora y encargaba al Capitan se los comprase.

—Los quiero de mabuti. 11 Ya arreglaremos cuentas!

—No tenga usted cuidado, Padre Cura, decía el buen hombre que tambien quería estar en paz con la iglesia.

Un informe malo del cura podía causarle mucho perjuicio y hacerle gastar el doble aquellos pendientes eran regalos forzados 12. Simoun entretanto ponderaba sus alhajas.

—¡Este hombre es atroz! pensó el estudiante; en todas partes hace negocios... Y si hemos de creer á alguno, comprade ciertos señores en la mitad de su precio las alhajas que él mismo ha vendido para que sean regalados... Todos hacen negocio en este país menos nosotros! 13

Y se dirigió á su casa ó sea á la de Cpn. Tiago, habitada por un hombre de confianza. Este que le tenía mucho respeto desde el dia en que le vió hacer operaciones quirúrgicas con la misma tranquilidad como si se tratase de gallinas, le esperaba para darle noticias. Dos de los trabajadores estaban presos, uno iba á ser deportado... se habían muerto varios karabaws.14

—¡Lo de siempre, cosas viejas ! replicaba mal humorado Basilio; siempre me recibís con las mismas quejas !

El joven, sin ser tirano, como á menudo era reñido por Cpn. Tiago, le gustaba á su vez reñir á los que estaban bajo su direccion. El viejo buscó una noticia nueva.

—¡Se nos ha muerto un aparcero, el viejo que cuida del bosque y el cura no le ha querido enterrar como pobre, alegando que el amo es rico!

—¿Y de qué ha muerto?

—¡De vejez!

—¡Vaya, morirse de vejez! Si al menos hubiese sido de alguna enfermedad!

Basilio en su afan de hacer autopsias quería enfermedades.

—¿No teneis nada nuevo que contarme? Me quitais las ganas de comer contándome las mismas cosas. Sabeís algo de Sagpang?

El viejo contó entonces el secuestro de Cabesang Tales. Basilio se quedó pensativo y no dijo nada. Se le había ido porc ompleto el apetito.

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birò ng tadhanà