Capítulo 15: Los Sacristanes - Page 2 of 3

- ¿Ciento sesenta cuartos?. ¿Ciento sesenta veces un cuarto?. ¡Madre!. Y ¿cuántos son ciento sesenta?.

- Treinta y dos manos –contestó el mayor.

Crispín se quedó un momento viéndose las manecitas.

- ¡Treinta y dos manos! –repetía-, seis manos y dos dedos, cada dedo treinta y dos... y cada dedo un cuarto... ¡Madre, cuantos cuartos!. No podrá uno contarlos en tres días... y se puede comprar chinelas para los pies, y sombrero para la cabeza cuando calienta el sol y un gran paraguas cuando llueve, y comida y ropas para ti y madre y...

Crispín se puso pensativo.

- ¡Ahora siento no haber robado!.

- ¡Crispín! –le reprendió su hermano.

- ¡No te enfades!. El cura ha dicho que me mataría a palos si no aparece el dinero; si yo lo hubiese robado, lo podría hacer aparecer... y si muero ¡qué al menos tengáis ropas tú y Madre!. ¡Lo hubiese robado!.

El mayor se calló y tiró de su cuerda. Después repuso suspirando:

- ¡Lo que temo es que se enoje Madre contigo cuando lo sepa!.

- ¿Lo crees tú? –preguntó el pequeño sorprendido-. Tú dirás que a mí ya me han pegado mucho, yo les enseñé mis cardenales y mi bolsillo roto: no he tenido más que un cuarto más hermoso. ¡Madre no lo va a creer, no lo creerá!.

- Si el cura lo dice...

Crispín empezó a llorar, murmurando entre sollozos:

- Entonces retírate solo, no quiero retirarme; di a Madre que estoy enfermo; no quiero retirarme.

- ¡Crispín, no llores! –dijo el mayor-. Madre no lo creerá; no llores; dijo el viejo Tasio que nos espera una buena cena...

Crispín levantó la cabeza y miró a su hermano:

- ¡Una buena cena!. Yo todavía no he comido: no me quieren dar de comer hasta que aparezcan las dos onzas... Pero y ¿si Madre lo cree?. Tú le dirás que el sacristán mayor miente, y el cura que le cree, también, que todos ellos mienten: que dicen que somos ladrones porque nuestro padre es un vicioso que...

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