Capítulo 34: Las Bodas - Page 2 of 3

Despues pensó en que sin la prision, él sería novio ó maridoen aquellas horas, licenciado en Medicina, viviendo y curandoen un rincon de su provincia. La sombra de Juli, destrozadaen su caida, cruzó por su imaginacion; llamas ocuras de odioencendieron sus pupilas, y de nuevo acarició la culata delrevólver sintiendo no llegase ya la terrible hora. En esto vióque Simoun salió de la puerta de su casa con la caja de lalámpara, cuidadosamente envuelta, entró en un coche que siguióla fila de los que acompañaban á los novios. Basilio, para noperder de vista á Simoun, quiso fijarse en el cochero, y conasombro reconoció en él al desgraciado que le había conducidoá San Diego, á Sinong el apaleado de la Guardia Civil, al mismoque le enteraba en la caree' de cuarto había sucedido en Tiani.

Conjeturando que la calle Anloague iba á ser el teatro, alláse dirigió el joven, apresurando el paso y adelantándose á loscoches. En efecto, se dirigían todos á la antigua casa deCpn. Tiago : allí se reunian en busca de un baile para danzarpor el aire! Basilio se rió al ver las parejas de la Guardia Vete-rana que hacían el servicio. Por su número se podía adivinarla importancia de la fiesta y de los invitados. La casa rebosabade gente, derramaba torrentes de luz por sus ventanas; elzaguan estaba alfombrado y lleno de flores; allá arriba, acasoen su antiguo y solitario aposento, tocaba ahora la orquesta aires alegres, que no apagaban del todo el confuso tumulto derisas, interpelaciones y carcajadas.

D. Timoteo Pelaez llegaba al pináculo de la fortuna, yla realidad sobrejujaba sus ensueños. Casaba, al fln, á su hijocon la riquísima heredera de los Gomez, y gracias al dineroque Simoun le había prestado, habia alhajado regiamenteaquella gran casa, comprada en la mitad de su valor, daba enella una espléndida fiesta, y las primeras divinidades de Olimpomanileño iban á ser sus huéspedes, para dorarle con la luz de suprestigio. Ocurríansele desde aquella mañana, con la persisten-cia de una cantata en boga, unas vagas frases que habíaleido en sus comuniones:: Ya es llegada la hora dichosa! Yase acerca el momento feliz ! Pronto se cumplirán en tí lasadmirables palabras de Simoun: Vivo yo, mas no yo sino queel Capitan General vive en mí » etc. El Capitan General,padrino de su hijo ! No asistía en verdad al casamiento; donCustodio le representaba, pero vendría á cenar, y traería unregalo de boda, una lámpara que ni la de Aladin... — entrebastidores — Simoun daba la lámpara. Timoteo, ¿qué quieresmás?

La trasformacion que había sufrido la casa de Cpn. Tiagoera considerable; se había empapelado de nuevo ricamente; elhumo y el olor del opio desaparecieron por completo. La inmensasala, ensanchada aun por los colosales espejos que multiplica-ban al infinito las luces de las arañas, estaba toda alfombrada :alfombra tenían los salones de Europa, y aunque el piso era bri-llantísimo y de anchas tablas, alfombra debía tener tambien elsuyo pues ¡no faltaba más! La rica sillería de Cpn. Tiago habíadesaparecido, en su lugar se veía otra, estilo Luis XV; grandescortinas de terciopelo rojo, bordadas de oro, con las iniciales delos novios y sujetas por guirnaldas de azahar artificiales, pen-dían de los portiers y barrían el suelo con sus anchos flecos,de oro igualmente. En los ángulos se veían enormes vasos deJapon,alternando con otros de S évres, de un azul oscuro purísimo,colocados sobre pedestales cuadrados de madera tallada. Lo únicoque no estaba bien eran los cromos chillones con que don Timoteohabía sustituido los antiguos grabados y las litografías de santosde Cpn. Tiago. Simoun no le pudo disuadir; el comerciante noquería cuadros al óleo, no vaya alguno á atribuirlos á artistasfilipinos... ¡él, sostener á -artistas filipinos, nunca! en ello le iba la paz y acaso la vida, y él sabía como hay que bogar en Fili-pinas! Verdad es que había oido hablar de pintores estrangeroscomo Rafael, Murillo, Velazquez, pero no sabía cómo dirigirseá ellos, y luego puede que salgan algo sediciosos... Con cromosno se arriesgaba nada, Ios filipinos no los hacían, le salían másbaratos, el efecto parecía el mismo, si no mejor, los colores másbrillantes y muy fina la ejecucion! Vaya si don Timoteo sabíacomo arreglarse en Filipinas!

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napagbuhatan ng kamáy