Capítulo 37: El Misterio - Page 4 of 5
—Pero Simoun, ¿no estaba anoche en la fiesta? preguntó Sensia.
—Sí, dijo Momoy, pero ahora me acuerdo! Dejó la casa enel momento en que íbamos á cenar. Se marchó para sacar suregalo de bodas.
— Pero no era amigo del General? no era socio de donTimoteo?
—Sí, se hizo socio para dar el golpe y matar á todos losespañoles.
— Ya! dijo Sensia; ahora lo veo!
—Cual ?
— Ustedes no querían creer á tía Tentay. Simoun es el diabloque tiene compradas las almas de todos los españoles... tíaTentay lo decía!
Capitana Loleng se santiguó, miró inquieta hácia las pie-dras temiendo verlas convertidas en brasas; capitan Toringoyse quitó el anillo que había venido de Simoun.
— Simoun ha desaparecido sin dejar huellas, añadió Chichoy;La Guardia Civil le busca.
—Sí! dijo Sensia; que busquen al demonio!
Y se santiguó. Ahora se explicaban muchas cosas, la riquezafabulosa de Simoun, el olor particular de su casa, olor á azufre.Binday, otra de las señoritas de Orenda, cándida y adorablemuchacha, se acordaba de haber visto llamas azules en la casadel joyero una tarde en que, en compañía de la madre, habíanido á comprar piedras.
Isagani escuchaba atento, sin decir una palabra.
—¡Por eso, anoche...! balbuceó Momoy.