Capítulo 54: (Sin título en el original) - Page 3 of 6
- ¿Me quiere Ud. hablar de Elías, que anoche escondió su sacristán mayor? –preguntó.
- No, no hablo ahora de esos cuentos –contestó el cura malhumorado-, hablo de un gran peligro.
- ¡Pues, p...!, ¡suéltese Ud., entonces!.
- ¡Vaya! –dijo el fraile lentamente y con cierto desdén-, verá Ud. una vez más la importancia que tenemos los religiosos; el último lego vale un regimiento; con que un cura...
Y bajando la voz y con mucho misterio:
- ¡He descubierto una gran conspiración!.
El alférez saltó y miró al fraile atónito.
- Una terrible y bien urdida conspiración que ha de estallar esta misma noche.
- ¡Esta misma noche! –exclamó el alférez abalanzándose al Cura; y, corriendo a su revólver y sable colgados de la pared.
- ¿A quién prendo? ¿a quién prendo? –gritó.
- ¡Cálmese Ud., aún hay tiempo gracias a la prisa que me ha dado; hasta las ocho...
- ¡Fusilo a todos!.
- ¡Escuche Ud.!. Esta tarde, una mujer cuyo nombre no debo decir (es un secreto de confesión) se ha acercado a mí y me lo ha descubierto todo. A las ocho se apoderan del cuartel por sorpresa, saquean el convento, apresan la falúa y nos asesinan a todos los españoles.
El alférez estaba atontado.
- La mujer no me ha dicho más que esto –añadió el cura.
- ¿No ha dicho más?, ¡pues la prendo!.
- No lo puedo consentir: el tribunal de la penitencia es el tronco del Dios de las misericordias.
- ¡No hay Dios ni misericordias que valgan!, ¡la prendo!.