Capítulo 54: (Sin título en el original) - Page 2 of 6

Si la luz no hubiera sido de aceite y el globo no hubiera estado tan sucio, habría visto el alférez la palidez del Cura.

- ¡Hoy se trata seriamente de la vida de todos! –repuso éste a media voz.

- ¡Seriamente! –repitió el alférez palideciendo-; ¿tira bien ese joven...?

- No hablo de él.

- ¿Entonces?.

El fraile le indicó la puerta que él cerró a su manera, de un puntapié. El alférez hallaba las manos superfluas y no habría perdido nada con dejar de ser bimano. Una imprecación y un rugido respondieron de fuera.

- ¡Bruto!, ¡me has partido la frente! –gritó la esposa.

- ¡Ahora, desembuche Ud.! –dijo al Cura tranquilamente.

Éste le miró un largo rato; después preguntó con aquella voz nasal y monótona de predicador.

- ¿Me ha visto Ud. como venía, corriendo?.

- ¡Rediós!, ¡creía que estaba Ud. con diarrea!.

- Pues bien –dijo el cura sin cuidarse de la grosería del alférez-, cuando así falto a mi deber, es que hay graves motivos.

- Y ¿qué más? –preguntó el otro golpeando con el pie el suelo.

- ¡Calma!.

- Entonces, ¿a qué venir con tanta prisa?.

El cura se le acercó y preguntó con misterio.

- ¿No... sabe Ud.... nada de nuevo?.

El alférez se encogió de hombros.

- Ud. confiesa que no sabe nada absolutamente.

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lumálakí ang ulo