Capítulo 52: La Carta De Los Muertos Y Las Sombras - Page 4 of 4
Los soldados le arrastran y lo llevan a un farol para reconocerle. Era Lucas, pero los soldados dudan y se consultan con la mirada.
- ¡El alférez no ha dicho que tenga cicatriz! –dice el visaya en voz baja-. ¿Adonde vas?.
- A mandar una misa para mañana.
- ¿No has visto a Elías?.
- ¡No le conozco, señor! –contesta Lucas.
- ¡No te pregunto si le conoces, tonto!, tampoco le conocemos; te pregunto si le has visto.
- No señor.
- Oye bien, te diré sus señas. Estatura a veces alta, a veces regular; pelo y ojos, negros; todo lo demás es regular –dice el visaya-. ¿Le conoces ahora?.
- ¡No señor! –contestó Lucas atontado.
- Entonces ¡sulung! [3] ¡bruto! ¡burro! – y le dieron un empellón.
- ¿Sabes tú por qué para el alférez es alto Elías y para el cura regular? –pregunta pensativo el tagalo al visaya.
- No.
- Porque el alférez estaba hundido en el charco cuando le observó y el cura de pie.
- ¡Es verdad! –exclama el visaya-; tienes talento... ¿cómo eres guardia civil?.
- No siempre lo fui; yo era contrabandista -contesta el tagalo con jactancia.
Pero otra sombra los distrajo: le dieron el ¿quién vive? y la llevaron a la luz. Esta vez era el mismo Elías el que se presentaba.
- ¿Adónde vas?.
- A perseguir, señor, a un hombre que pegó y amenazó a mi hermano; tiene una cicatriz en la cara y se llama Elías...
- ¿Ah? –exclamaron los dos y se miraron espantados.
Y acto continuo echan a correr en dirección a la iglesia, donde minutos antes había desaparecido Lucas.
[3] Lárgate!, en tagalog.
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