Capítulo 52: La Carta De Los Muertos Y Las Sombras - Page 2 of 4
Y como empezaba a caer una lluvia fina y menuda que amenazaba durar, pensó guarecerse debajo de la puerta.
Naturalmente se encontró con el otro.
- ¡Ah! ¿quién sois? –preguntó el recién llegado con una voz varonil.
- Y ¿quién sois vos? –contestó el otro tranquilamente.
Un momento de pausa; ambos trataban de reconocerse por el timbre de la voz y distinguirse las facciones.
- ¿Qué esperáis aquí? –preguntó el de la voz varonil.
- Que den las ocho para tener la carta de los muertos, quiero ganar esta noche una cantidad –contestó el otro con voz natural-; y vos ¿a qué venís?.
- A... lo mismo.
- ¡Abá! me alegro: así no estaré sin compañero. Traigo carta; a la primera campanada les pongo albur; a la segunda, gallo; las que se muevan son las cartas de los muertos y hay que disputárselas a tajos. ¿Traéis también cartas?.
- ¡No!.
- Sencillamente; así como les ponéis banca, espero que ellos me la pondrán.
- Y ¿si los muertos no la ponen?.
- ¿Qué hacer?. El juego no se ha hecho aún obligatorio entre los muertos...
Hubo un momento de silencio.
- ¿Venís armado?. ¿Cómo vais a luchar con los muertos?
- Con mis puños –contestó el más grande de los dos.
- ¡Ah, diablo, ahora me acuerdo!, los muertos no apuntan cuando hay más de un vivo y somos dos.
- ¿De veras?. Pues yo no quiero irme.
- Ni yo, me hace falta dinero –contestó el más pequeño-; pero hagamos una cosa; juguemos entre los dos, y el que pierda que se aleje.
- Sea... –contestó el otro con cierto disgusto.
- Entonces entremos.. ¿tenéis fósforos?.