Capítulo 46: La Gallera - Page 6 of 8

- ¡Espera! –le dice Társilo y le mira fijamente en los ojos; ambos estaban pálidos-; voy contigo, tienes razón: vengaremos al padre.

Se detiene sin embargo y vuelve a enjugarse el sudor.

- ¿En qué te paras? –pregunta Bruno impaciente.

- ¿Sabes qué soltada sigue? ¿vale la pena...?.

- ¡Pues no! ¿no lo has oído?. El búlik de Capitán Basilio contra el lásak de Capitán Tiago; según la ley del juego debe ganar el lásak.

- ¡Ah, el lásak!; yo también apostaría... pero asegurémonos antes.

Bruno hace un gesto de impaciencia, pero sigue a su hermano y éste mira bien el gallo, le analiza, medita, reflexiona, hace algunas preguntas, el desgraciado duda; Bruno está nervioso y le mira airado.

- Pero ¿no ves esa ancha escama que tiene allí cerca del espolón? ¿no ves esas patas? ¿qué más quieres?. Mira esas piernas, ¡extiende esas alas!. ¿Y esta escama partida encima de esta ancha, y esta doble?.

Társilo no le oye, sigue examinando el animal: el ruido del oro y de la plata llegan a sus oídos.

- Veamos ahora el búlik –dice con voz ahogada.

Bruno golpea el suelo con el pie, hace crujir sus dientes pero obedece a su hermano.

Acércanse a otro grupo. Allí arman el gallo, escogen navajas, el atador prepara seda roja, lo encera y frota varias veces.

Társilo envuelve el animal con una mirada sombríamente impasible: parecía que no veía el gallo sino otra en el porvenir. Se pasa la mano por la frente y,

- ¿Estás dispuesto? –pregunta a su hermano con voz sorda.

- ¿Yo? Desde antes; ¡sin necesidad de verlos!.

- Es que... nuestra pobre hermana....

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ginintuáng tinig