Capítulo 43: Proyectos - Page 3 of 3

- Padre –decía lloriqueando-, he estado en casa de D. Crisóstomo para pedir la indemnización... primero me recibió a puntapiés, diciendo que él no quería pagar nada, pues había corrido peligro de morir por culpa de mi querido e infeliz hermano. Ayer volví para hablarle, pero ya se había marchado a Manila, dejándome, como por caridad, quinientos pesos y encargándome que no volviese ¡jamás!. ¡Ah! Padre, quinientos pesos por mi pobre hermano, quinientos pesos, ¡ah! Padre...

El cura le escuchaba al principio con sorpresa y atención, y lentamente se reflejó en sus labios una sonrisa tal de desprecio y sarcasmo a la vista de aquella comedia que, si Lucas le hubiese visto, se habría escapado a todo correr.

- Y ¿qué quieres tú? –le preguntó volviéndole las espaldas.

- ¡Ay! Padre, decidme por amor de Dios qué debo hacer: el Padre ha dado siempre buenos consejos.

- ¿Quién te lo ha dicho?. Tú no eres de aquí...

- ¡Al Padre le conocen en toda la provincia!.

El P. Salví se le acercó con ojos irritados y señalándole la calle dijo al espantado Lucas:

- ¡Vete a tu casa y dale gracias a D. Crisóstomo que no te haya enviado a la cárcel!. ¡Largo de aquí!.

Lucas se olvidó de su farsa y murmuró:

- Pues yo creía...

- ¡Largo de aquí! –gritó con nervioso acento el P.Salví.

- ¡Quisiera ver al P. Dámaso...!.

- El P. Dámaso tiene que hacer... ¡largo de aquí! –volvió a mandar con imperio el cura.

Lucas bajó las escaleras murmurando:

- Este es también otro... ¡como no pague bien...!. El que pague mejor...

A las voces del cura habían acudido todos, hasta el P. Dámaso, Capitán Tiago y Linares.

- ¡Un insolente vagabundo que viene a pedir limosna y no quiere trabajar! –dice el P. Salví cogiendo el sombrero y bastón para dirigirse al convent.

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kalatóg-pinggán