Capítulo 39: Doña Consolación - Page 7 of 7

Dª. Consolación no contestaba. Oíase un crujir de sillas y baúles como quien quiere levantar una barricada con muebles caseros. La casa cimbraba a los puntapiés y juramentos del marido.

- ¡No entres, no entres! – decía la voz agria de la mujer-, si te asomas te pego un tiro.

El pareció calmarse poco a poco y se contentó con pasearse de un extremo a otro de la sala como una fiera en su jaula.

- ¡Vete a la calle, a refrescarte la cabeza! –continuaba burlándose la mujer, que parecía haber concluido ya sus preparativos de defensa.

- ¡Te juro que como te coja, no te ve ni Dios, so cochina, p...!.

- ¡Sí!, ya puedes decir lo que quieras... ¡no querías que fuese a misa! No me dejabas cumplir con Dios! –decía con sarcasmo, como ella sola lo sabía hacer.

El alférez cogió su capacete, arreglóse un poco y se marchó a grandes pasos, pero al cabo de algunos minutos volvió sin hacer el menor ruido: se había quitado las botas. Los criados, acostumbrados a estos espectáculos, solían aburrirse, pero la novedad de las botas llamó la atención y unos a otros se guiñaron.

Sentóse el alférez en una silla al lado de la sublime puerta, y tuvo la paciencia de esperar más de media hora.

- ¿Has salido de veras o estás allí, cabrón? –preguntaba la voz de tiempo en tiempo, cambiando de epítetos pero subiendo el tono.

Por fin ella comenzó a retirar poco a poco los muebles: él oía el ruido y se sonreía.

- ¡Asistente!, ¿ha salido el señor? –gritó Dª. Consolación.

El asistente a una señal del alférez contestó:

- Sí, señora, ha salido.

Oyóse reír alegremente y descorrió el cerrojo.

Despacio se levantó el marido: entreabrióse la puerta...

Un grito, el ruido de un cuerpo que cae, juramentos, aullidos, maldiciones, golpes, voces roncas... ¿Quién describe lo que pasó en la oscuridad de la alcoba?.

El asistente, saliendo de la cocina, hizo una seña muy significativa al cocinero.

- ¡Y lo vas a pagar tú! –díjole éste.

- ¿Yo?, ¡en todo caso el pueblo!. Ella me preguntó si ha salido, no si ha vuelto.

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kabít