Capítulo 26: La Víspera De La Fiesta - Page 4 of 4

- ¡Abá! –contestó el hombre amarillo sonriendo de un modo particular-; cuanto más aparato demos a la obra, tanto mayor efecto conseguiremos. El conjunto tendrá más aspecto, más importancia y dirán: ¡cuánto se ha trabajado!. ¡Veréis, veréis que cabria levanto yo!. Y luego la adornaré con banderolas, guirnaldas de hojas y flores... diréis después que habéis tenido razón en admitirme entre vuestros trabajadores, ¡y el señor Ibarra no podrá desear más!.

Y el hombre reía y sonreía: Ñor Juan sonreía también y movía la cabeza.

A alguna distancia de allí se veían dos quioscos unidos entre sí por una especie de emparrado cubierto de hojas de plátano.

El maestro de escuela con unos treinta muchachos tejían coronas, sujetaban banderas a los delegados pilares de caña, cubiertos de lienzo blanco abollado.

- ¡Procurad que las letras estén bien escritas –decía a los que dibujaban inscripciones-; el Alcalde va a venir, muchos curas asistirán, ¡acaso el Capitán General que está en la provincia!. Si ellos ven que dibujáis bien, tal vez os alaben.

- ¿Y nos regalen una pizarra...?.

- ¡Quién sabe!, pero el señor Ibarra ya ha pedido una a Manila. Mañana llegarán algunas cosas que se repartirán entre vosotros como premios... Pero dejad esas flores en el agua, mañana haremos los ramilletes, traeréis más flores, porque es menester que la mesa esté cubierta de ellas; las flores alegran la vista.

- Mi padre traerá mañana flores de buinô y un cesto de sampagas. [11]

- El mío ha traído tres carretones de arena y no ha recibido pago.

- ¡Mi tío ha prometido pagar un maestro! –añadía el sobrino de Capitán Basilio.

En efecto, el proyecto había encontrado eco casi en todos. El cura había pedido apadrinar y bendecir él mismo la colocación de la primera piedra, ceremonia que tendría lugar el último día de la fiesta, siendo una de sus mayores solemnidades. El mismo coadjutor se había acercado tímidamente a Ibarra ofreciéndole cuantas misas le pagasen los devotos hasta la conclusión del edificio. Aún más, la hermana Rufa, la rica y económica mujer, dijo que si llegaba a faltar dinero, ella recorrería algunos pueblos para pedir limosna con la única condición de que le pagasen el viaje y los alimentos, etc. Ibarra le dio las gracias y respondió:

- No sacaríamos gran cosa, pues ni yo soy rico ni este edificio es una iglesia. Además no he prometido levantarlo a costa de otros.

Los jóvenes, los estudiantes que venían de Manila para celebrar la fiesta, le admiraban y le tomaban por prototipo: pero, como sucede casi siempre cuando queremos imitar a los hombres notables, sólo imitamos sus pequeñeces cuando no sus defectos porque de otra cosa no somos capaces, muchos de estos admiradores se fijaban en la manera como el joven hacía el lazo de su corbata, otros en la forma del cuello de la camisa y no pocos en el número de los botones de su americana y chaleco.

Los funestos presentimientos del viejo Tasio parecían haberse disipado para siempre. Así se lo manifestó Ibarra un día, pero el viejo pesimista contestó:

- Recuerde Ud. lo que dice Baltasar:

‘Kung ang isalúbong sa iyong pagdating

Ay masayang mukhâ ’t may pakitang giliu

Lalong pag ingata ’t kaauay na lihim… [12]

Baltasar era tan buen poeta como pensador.

Estas y otras cosas más pasaban en la víspera antes de ponerse el sol.

[11] Buino es una especie de lirio acuático de flores grandes; sampaga, y también sampaguita, es una champaca pequeña de flores muy fragrantes que se usa para hacer guirnaldas.

[12] Tres primeros versos de la estrofa 246 de 'Florante at Laura,' la gran épica lírica de Francisco Balagtas o Baltasar. Se pueden traducir:
Si llega a saludarte
con cara sonriente y semblante cariñoso
guárdate aun más si puedes del traidor ('el que alterca en la sombra'.)

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nag-áagaw-buhay