Capítulo 14: Tasio El Loco O El Filósofo - Page 2 of 5

- ¡Jesús, María y José!. ¡Sta. Bárbara bendita! –murmuró el gobernadorcillo palideciendo y santiguándose.

Tasio soltó una carcajada.

- ¡Sois dignos del nombre de vuestra patrona! –dijo en castellano dándole las espaldas, y se dirigió a la iglesia. [11]

Los sacristanes levantaban dentro un túmulo rodeado de cirios en candelabros de madera. Eran dos mesas grandes, puestas una encima de otra, cubiertas con lienzos negros listados de blanco; aquí y allá se veían calaveras pintadas.

- ¿Es por las almas o por las velas? –preguntó.

Y viendo a dos muchachos de diez años el uno y siete el otro aproximadamente, se dirigió a éstos sin esperar la contestación de los sacristanes.

- ¿Venís conmigo, muchachos? – les preguntó-. Vuestra madre os tiene preparada una cena de curas.

- ¡El sacristán mayor no nos deja salir hasta las ocho, señor! –contestó el mayorcito-. Espero cobrar mi sueldo para dárselo a nuestra madre.

- ¡Ah! ¿y dónde vais?.

- A la torre, señor, para doblar por las almas.

- ¿Vais a la torre?, ¡pues cuidado!, no os acerquéis a las campana durante la tempestad.

Después abandonó la iglesia, no sin haber seguido antes con la mirada de compasión a los dos muchachos, que subían las escaleras para dirigirse al coro.

Tasio se frotó los ojos, miró otra vez al cielo y murmuró:

- Ahora sentiría que cayesen rayos.

Y con la cabeza baja dirigióse pensativo hacia las afueras de la población.

- ¡Pase Ud. antes! –le dijo en español una voz desde una ventana.

El filósofo levantó la cabeza y vio a un hombre de sus treinta a treinta y cinco años que le sonreía.

- ¿Qué lee Ud. ahí? –preguntó Tasio, señalando hacia un libro que el hombre tenía en la mano.

- Es un libro de actualidad: ¡Las penas que sufren las benditas ánimas del Purgatorio! –contestó el otro sonriendo.

- ¡Hombre, hombre, hombre! –exclamó el viejo en diferentes tonos de voz entrando en la casa-, el autor debe ser muy listo.

[10] Pueblo al sur de Manila y unos kilómetros al norte de Calamba. Calamba es el pueblo natal de Rizal que él usa para describir al ficticio San Diego. Ver mapa satélite.

[11] A través de la novela, pero de modo especial en este capítulo Rizal describe una situación corriente en Filipinas: la gente de cierta educación y posición poltica o social usaba indistintamente y con igual corrección el idioma nativo, en este caso tagalog, y castellano. El alto número de lenguas nativas que hay en Filipinas y el creciente número de gente que aprendió castellano después de las reformas educativas de mediados del siglo XIX hicieron que el castellano se convirtiera en lingua franca nacional. El crecimiento del español fué cortado de raiz y su tendencia al alta revertida por la agresiva y sistemática política lingüística de las autoridades de Estados Unidos después de la ocupación de las islas. Véase entre otros, La Americación de Filipinas y A propósito de una obra de Recto.

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