Capítulo 1: Una Reunión - Page 5 of 6

- ¿Qué quiero decir? –repitió Fr. Dámaso alzando más la voz y encarándose con el teniente-, ¡Yo digo lo que yo quiero decir!. Yo, yo quiero decir que cuando el cura arroja de su cementerio el cadáver de un hereje, nadie, ni el mismo rey, tiene derecho a mezclarse y menos a imponer castigos. Con que un generalito, un generalito Calamidad.... [19]

- ¡Padre, Su Excelencia es Vice Real Patrono! –gritó el militar levantándose.

- ¡Qué excelencia ni qué Vice Real Patrono! –contestó el franciscano levantándose también-. En otro tiempo se le hubiera arrastrado escaleras abajo, como lo hicieron una vez las Corporaciones con el impío gobernador Bustamante. ¡Aquellos si que eran tiempos de fe! [20]

- Le advierto que yo no permito... ¡Su Excelencia representa a S.M. el Rey!.

- ¡Qué rey ni qué roque!, para nosotros no hay más rey que el legítimo...

- ¡Alto! –gritó el teniente amenazador y como si se dirigiera a sus soldados-. O Ud. retira cuanto ha dicho o mañana mismo doy parte a S.E.

- ¡Ande Ud. ahora mismo, ande Ud.! –contestó con sarcasmo Fr. Dámaso acercándosele con los puños cerrados-. ¿Cree Ud. que porque llevo hábito, me faltan...?. ¡Ande Ud. que todavía le presto mi coche!.

La cuestión tomaba un giro cómico, afortunadamente intervino el dominico.

- ¡Señores! –dijo en tono de autoridad y con esa voz nasal que asienta tan bien a los frailes- no hay que confundir las cosas ni buscar ofensas donde no las hay. Debemos distinguir en las palabras de Fr. Dámaso las del hombre de las del sacerdote. Las de éste, como tal, per se, jamás pueden ofender, pues provienen de la verdad absoluta. En las del hombre hay que hacer una subdistinción: las que dice ad irato, las que dice ex ore pero no in corde y las que dice in corde. Estas últimas son las que únicamente pueden ofender y eso según: si ya in mente preexistían por un motivo, o solamente vienen per accidens en el calor de la conversación, si hay... [21]

- ¡Pues yo por accidens y por mí sé los motivos, Padre Sibyla! –interrumpió el militar que veía embrollarse en tantas distinciones y temía que si éstas seguían no saliese él todavía culpable-. Yo sé los motivos y los va V.R. a distinguir. Durante la ausencia del P. Dámaso en San Diego, enterró el coadjuntor el cadáver de una persona dignísima... sí, señor, dignísima, yo le he tratado varias veces y en su casa me he hospedado. Que jamás se haya confesado, eso, ¿qué?, yo tampoco me confieso; pero decir que se ha suicidado, es una mentira, una calumnia. Un hombre como él, que tiene un hijo en quien cifra su cariño y esperanzas, un hombre que tiene fe en Dios, que conoce sus deberes para con la sociedad, un hombre honrado y justo, no se suicida. Esto lo digo yo, y callo aquí lo demás que pienso y agradézcamelo V.R.

Y volviéndole las espaldas al franciscano continuó:

- Pues bien, este cura a su vuelta al pueblo, después de maltratar al pobre coadjutor, lo ha hecho desenterrar y sacarlo fuera del cementerio, para enterrarlo no sé dónde. El pueblo de San Diego ha tenido la cobardía de no protestar, verdad es que muy pocos lo supieron: el muerto no tenía ningún pariente, y su único hijo está en Europa; pero S.E. lo ha sabido y, como es hombre de recto corazón, ha pedido el castigo,... y el P. Dámaso fue trasladado a otro pueblo mejor. He aquí todo. Ahora haga Ud. sus distinciones.

Y dicho esto, se alejó del grupo.

- Siento mucho haber tocado, sin saberlo, una cuestión tan delicada –dijo el P. Sibyla-. Pero al fin se ha ganado en el cambio de pueblo...

- ¡Qué se ha de ganar!. ¿Y lo que se pierde en los traslados... y los papeles... y las... y todo lo que se extravía? –interrumpió balbuciente, sin poderse contener de ira, Fr. Dámaso.

Poco a poco volvió la reunión a su antigua tranquilidad.

[19] Posible alusión al general Emilio Terrero que fué Capitán General de Filipinas cuando Rizal volvió de Europa a su tierra.

[20] Se refiere al asesinato en palacio del gobernador Bustamante en 1719. Bustamante se ganó las iras del clero porque confiscó, con mejor o peor razón, el cargamento de dos galeones con mercancías de Méjico en pago a impuestos evadidos y porque intentó requisar documentos que el notario del reino había salvaguardado en la catedral y por lo tanto sujetos del derecho a asilo. Sus políticas draconianas también le ganaron la enemistad de principales y del pueblo llano, sorda al principio hasta que un tumulto encabezado por religiosos de varias órdenes se dirigió al palacio del gobernador a reclamar, a lo que éste hizo frente con armas. Al fin recibió varias puñaladas de las que murió en pocas horas, lo mismo que su hijo, militar, que salió a defenderle.

[21] El P. Sibyla usa aquí términos muy bien definidos de filosofía escolástica, escrita y enseñada en lengua latina, en la que sobresalieron los dominicos, la orden a la que pertenecía el P. Sybila. Es de notar sin embargo que el argumento del P. Sybila es de una lógica tan formalmente correcta cuanto es artificiosa, una manera de exagerar los rasgos del personaje en el artificio litarario de Rizal. Per se significa 'en sí', ad irato 'con ira', ex ore 'con la boca', in corde 'en el corazón', 'in mente 'en la mente' y per accidens 'accidentalmente.'

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ibangon ang puri