Capítulo 35: La Fiesta - Page 8 of 8
— Supongo que ese Mane thecel phares, no querrá decir queseremos asesinados está noche? dijo don Custodio.
Todos se quedaron inmóviles.
— Pero pueden envenenarnos...
Soltaron los cubiertos.
La luz en tanto principió á oscurecerse poco á poco.
—La lámpara se apaga, observó el General inquieto; quiereusted subir la mecha, P. Irene?
En aquel momento, con la rapidez del•rayo, entró una figuraderribando una silla y atropellando un criado y, en medio dela sorpresa general, se apoderó de la lámpara, corrió á laazotea y la arrojó al rio. Todo pasó en un segundo: el comedorse quedó á oscuras.
La lámpara ya había caido en el agua cuando los criadospudieron gritar: — ¡Ladron, ladron! precipitándose tambien ála azotea.
—¡Un revólver! gritó uno; ¡pronto un revólver! Al ladron!
Pero la sombra, más ágil aun, ya había montado sobrela balaustrada de ladrillo y antes que pudiesen traer una luzse precicitaba al río, dejando oir un ruido quebrado al caeren el agua.