Capítulo 27: El Fraile Y El Filipino - Page 2 of 8

—Hace más de ocho/ años que soy catedrático, continuó elP. Fernandez paseándose, y he conocido y tratado á más dedos mil y quinientos jóvenes; les he enseñado, los he procuradoeducar, la he inculcado principios de justicia, de dignidad ysin embargo, en estos tiempos en que tanto se murmura denosotros, no he visto á ninguno que haya tenido la audacia desostener sus acusaciones cuando se ha encontrado delante deun fraile... ni siquiera en voz alta delante de cierta multitud...Jóvenes hay que detrás nos calumnian y delante nos besan lamano y con vil sonrisa mendigan nuestras miradas! Puf!¿Qué quiere usted que hagamos nosotros con semejantes cria-turas?

—La culpa no es toda de ellos, Padre, contestó Isagani; la culpa está en los que les han enseñado á ser hipócritas, en losque tiranizan el pensamiento libre, la palabra libre. Aquí todopensamiento independiente, toda palabra que no sea un eco dela voluntad del poderoso, se califica de filibusterismo yusted sabe muy bien lo que esto significa. ¡Loco el que por darsegusto de decir en voz alta lo que piensa, se aventure á sufrirpersecuciones!

— ¿Qué persecuciones ha tenido usted que sufrir ? preguntóel P. Fernandez levantando la cabeza; no le he dejado á ustedespresarse libremente en mi clase ? Y sin embargo, usted esuna escepcion que, á ser cierto lo que dice , yo debía corregir,para universalizar en lo posible la regla, para evitar que cundael mal ejemplo!

Isagani se sonrió.

— Le doy á usted las gracias y no discutiré si soy 6 no unaescepcion; aceptaré su calificativo para que usted acepte elmio: usted tambier•es una escepcion; y como aquí no vamos áhablar de escepciones, ni abogar por nuestras personas, almenos pienso por mí, le suplico á mi catedrático dé otro giro alasunto.

El P. Fernandez, apesar de sus principios liberales, levantóla cabeza y miró lleno de sopresa á Isagani. Era aquel jovenmás independiente aun de lo que él se creía; aunque le llamabacatedrático, en el fondo le trataba de igual á igual, puesto quese permitía insinuaciones. Como buen diplomático, el P. Fer-nandez no so o aceptó el hecho, sino que él mismo lo planteó.

—Enhorabuena! dijo; pero no vea usted en mí á su catedrá-tico; yo soy un fraile y usted un estudiante filipino, nada más,nada menos! y ahora le pregunto á usted ¿qué quieren denosotros los estudiantes filipinos?

La pregunta llegaba de sorpresa; Isagani no estaba pre-parado. Era una estocada que se desliza de repente mientrashacen el muro, como dicen en la esgrima. Isagani así sorpren-dido, respondió por una violenta parada como un aprendiz quese defiende:

-- ¡Que ustedes cumplan con su deber! dijo.

Fr. Fernandez se enderezó: la respuesta le sonó á cañonazo.

—¡Que cumplamos con nuestro deber! repitió irguiéndose;pues ¿no cumplimos con nuestro deber? qué deberes nos asignanustedes?

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bundók na buhangin