Capítulo 26: Pasquinadas - Page 2 of 6

Basilio se encogió de hombros. Papeles no tenía ninguno,tenía apuntes clínicos, nada más.

—Es que el señor Simoun...?

—Simoun nada tiene que ver en el asunto, gracias á Dios!añadió el médico; ha sido oportunamente herido por mano mis-teriosa y está en cama. No, aquí andan otras manos, pero nomenos terribles.

Basilio respiró. Simoun era el único que le podía comprome-ter. Sin embargo pensó en Cabesang Tales.

— ¿Hay tulisanes...?

—Nada, hombre, nada más que estudiantes.

Basilio recobró su serenidad.

— Qué ha pasado, pues? se atrevió á preguntar.

— Se han encontrado pasquines subversivos, ¿no lo sabíausted?

—Dónde?

— C—! en la Universidad.

— Nada más que eso?

P—I qué más quiere usted? preguntó el catedrático casifurioso; los pasquines se atribuyen á los estudiantes asociados,pero, ¡silencio!

Venía el catedrático de Patología, un señor que tenía máscara de sacristan que de médico. Nombrado por la poderosísimavohintad del Vice Rector sin exigirle más méritos ni más títulosque la adhesion incondicional á la corporacion, pasaba por serun espía y un soplon á los ojos de los otros catedráticos de laFacultad.

El primer catedrático le devolvió el saludo friamente y gui-ñando á Basilio, le dijo en voz alta :

—Ya sé que Cpn. Tiago huele á cadáver; los cuervos y losbuitres le han visitado.

Y entró en la sala de los profesores.

Learn this Filipino word:

utang-na-loób