Capítulo 21: Tipos Manilenses - Page 3 of 8

Gracias á este escandaloso preliminar, la impaciencia de lagente se había excitado y desde la víspera, que fué cuando llega-ron los artistas, solo se hablaba de ir á la primera funcion.Desde que aparecieron los carteles rojos anunciando Les Clochesde Corneville, los vencedores se aprestaron á celebrar la vic-toria. En algunas oficinas, en vez de pasar el tiempo leyendoperiódicos y charlando, se devoraba el argumento, se leíannovelitas francesas y muchos se iban al escusado y fingían unadisentería para consultar á ocultis el diccionario de bolsillo. Nopor esto los espedientes se despachaban, al contrario, hacíanvolver á todos para el día siguiente, pero el público no podíaenfadarse : se encontraba con unos empleados muy- corteses,muy afables, que les recibían y les despedían con grandes salu-dos á la francesa : los empleados se ensayaban, sacudían el polvoá su francés y se lanzaban mútuamente así monesiour, s'il bousplait, y pardon! á cada paso que era una felicidad verlos y oirlos.Pero, donde la animacion y el apuro llegaban á su colmo, era enlas redacciones de los periódicos; Ben Zayb, señalado comocrítico y traductor del argumento, temblaba como una pobremujer acusada de brujería; veía á sus enemigos cazándole los gazapos y echándole en cara sus pocos conocimientos de francés.Cuando la Opera italiana, á poco más tuvo un desafío por habertraducido mal el nombre de un tenor; cierto envidioso publicóinmediatamente un artículo tratándole de ignorante, á él, laprimera cabeza pensante de Filipinas! Lo que le costó defen-derse! lo menos tuvo que escribir diez y siete artículos y con-sultar quince diccionarios. Y con este saludable recuerdo elpobre Ben Zayb andaba con manos de plomo, no decimos piés,por no imitar al P. Camorra que tenía la avilantez de repro-charle que escribía con ellos.

— Ves, Quico? decía Camaroncocido; la mitad de la genteviene por haber dicho los frailes que no vengan, es una especiede manifestacion ; y la otra mitad, porque se dicen : ¿los fraileslo prohiben? pues debe ser instructivo. Créeme, Quico, tus pro-gramas eran buenos, pero mejor es aun el Pastoral y cuentaque no lo ha leido nadie!

— Amigooó, crees tuuú, preguntó inquieto Tio Quíco, que porla competencia del P. Salví en adelanteee se supriman mis fun-cioneees ?

— Puede ser, Quico, puede ser, contestó el otro mirandohacia el cielo; el dinero empieza á escasear...

Tio Quico murmuró algunas palabras y frases incoherentes; silos frailes se meten á anunciadores de teatro se metería él á fraile.Y despues de despedirse de su amigooó se alejó tosiendo y ha-ciendo sonar sus pesos.

Camaroncocido, con su indiferencia de siempre, continuóvagando acá y allá con la pierna á cuestas y la mirada soño-lienta. Llamaron su atencion la llegada de fisonomías estradas,venidas de diferentes puntos y que se hacían señas con un guiño,una tos. Era la primera vez que veía en tales ocasiones seme-jantes individuos, él que conocía todas las facciones de la ciudady todas sus fisonomías. Hombres de cara oscura, espaldasdobladas, aire inquieto y poco seguro, y mal disfrazados comosi se pusiesen por primera vez la americana. En vez de colo-carse en primera fila para ver á sus anchas, se ocultaban entresombras como evitando ser vistos.

— ¿Policía secreta 6 ladrones? se preguntó Camaroncocidoé inmediatamente se encogió de hombros; y á mí ¿qué meimporta?

El farol de un coche que venía alumbró al pasar un grupo de cuatro ó cinco de estos individuos hablando con uno que parecíamilitar.

—¡Policía secreta! será un nuevo cuerpo! murmuró

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humanap ng hirap ng katawán