Capítulo 19: La Mecha - Page 2 of 7

— Si el hijo se hace sacerdote, decía Cabesang Andang, lamadre no nos ha de pagar lo que nos debe... ¿ quién la cobraentonces?

Pero al ver que Plácido hablaba en serio y leyó en sus ojosla tempestad que rugía en su interior, comprendió que por des-gracia lo que contaba era la pura verdad. Quedóse por algunosmomentos sin poder hablar y despues se deshizo en lamenta-ciones.

— Ay! decía ; y yo que he prometido á tu padre cuidarte,educarte y hacer de tí un abogado ! Me privaba de todo paraque pudieses estudiar! En vez de ir al panguingui donde sejuega á medio peso, solo me iba al de á medio real, sufriendoel mal olor y las cartas sucias! Mira mis camisas zurcidas! Envez de comprar otras nuevas, gasto el dinero en misas y regalosá San Sebastian, aunque no creo mucho en su virtud porque elcura las dice de prisa y corriendo y el santo es enteramentenuevo, y todavía no sabe hacer milagros, y no está hecho debatikulin sino de laniti.... Ay! Qué va á decirme tu padrecuando me muera y le vea?

Y la pobre mujer se lamentaba y lloraba; Plácido se poníamás sombrío y de su pecho se escapaban ahogados suspiros.

— Qué saco con ser abogado? respondía.

—Qué va á ser de tí? continuaba la madre juntando lasmanos : te van á llamar pilibistiero y serás ahorcado! Yo ya tedecía que tuvieses paciencia, que seas humilde! No te digo quebeses la mano á los curas, sé que tienes el olfato delicadocomo tu padre que no podía comer el queso de Europa... perotenemos que sufrir, callarnos, decir á todo sí... ¿Qué vamos áhacer? Los frailes tienen todo; si ellos no quieren, ninguno sal-drá abogado ni médico... Ten paciencia, hijo mio, ten paciencia!

—Si la he tenido mucha, madre; por meses y meses he su-frido!

Cabesang Andang seguía sus lamentaciones. Ella no le pedíaque se declarase partidario de los frailes, ella tampoco loera; bastante sabía que por uno bueno hay diez malos quesacan el dinero de los pobres y envían al destierro á los ricos.Pero uno debe callarse, sufrir y aguantar; no hay más remedio.Y citaba tal y tal señor que por mostrarse paciencioso y humilde,aunque en el fondo de su corazon odiaba á sus amos, de criadoque era de frailes llegó á ser promotor fiscal; y tal fulano queahora es rico y puede cometer atrocidades seguro de tenerpadrinos que le amparen contra la ley, era no más que unpobre sacristan, humilde y obediente que se casó con una mu-chacha bonita y de cuyo hijo fué padrino el cura...

Cabesang Andang continuaba con su letanía de filipinos hu-mildes y pacienciosos como ella decía é iba á citar otros que porno serlo se veían desterrados y perseguidos; cuando Plácido,con un pretesto insignificante, dejó la casa y se puso á vagarpor las calles.

Recorrió Sibakong, Tondo, San Nicolas, Santo Cristo, distraidoy de mal humor, sin hacer caso del sol ni de la hora y solamentecuando sintió hambre y se apercibió que Lo tenía dinero porhaberlo dado todo á fiestas y contribuciones, retiróse á su casa.Esperaba no encontrar á su madre por tener esta la costumbre,siempre que se iba á Manila. de ir á esa hora á una vecinacasa donde se juega panguingui. Pero Cabesang Andang leaguardaba para comunicarle su proyecto : ella se valdría delprocurador de los agustinos para hacer entrar á su hijo engracia de los dominicos. Plácido le cortó la palabra con un gesto.

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makatí ang kamáy