Capítulo 16: Las Tribulaciones De Un Chino - Page 5 of 8

— Oiga, chino Quiroga, dijo algo distraido: me encargo decobrar lo que le debén los oficiales y marineros, déme usted susrecibos.

Quiroga volvió á gimotear: no le daban nunca recibos.

—Cuando vengan á pedirle dinero, envíemelos siempre á mí;yo le quiero á usted salvar.

Quiroga dió las gracias muy agradecido, pero pronto volvióá sus lamentaciones, hablaba de los brazaletes y repetía:

— Sigalela tiene más biligüensa!

—Carambas, decía Simoun mirando de reojo al chino comopara estudiarle; precisamente necesitaba dinero y creía queusted me podía pagar. Pero todo tiene su arreglo, no quiero queusted quiebre por tan poca cosa. Vamos, un servicio y le reduz-co á siete los nueve mil pesos que me debe. Usted hace entrarpor la aduana todo lo que quiere, cajones de lámparas, hierros,vagilla, cobre, pesos mejicanos; usted suministra armas á losconventos?

El chino afirmaba con la cabeza; pero él tenía que sobornará muchos.

— Mía dale tolo á los Pales!

— Pues mire, añadió Simoun en voz baja: necesito que usted me haga entrar algunas cajas de fusiles que han llegado estanoche... quiero que los guarde en sus almacenes; en mi casa nocaben todos.

Quiroga se alarmó.

No se alarme usted, no corre usted ningun riesgo: esosfusiles se han de esconder poco á poco en ciertas casas, y luegose opera una requisa y se envian á muchos á la carcel... usted yyo podremos ganar bastante procurando á los detenidos lalibertad. ¿Me entiende usted?

Quiroga vacilaba; él tenía miedo á las armas. En su mesatenía un revolver descargado que nunca tocaba sino volviendola cabeza y cerrando los ojos.

—Si usted no puede, acudiré á otro, pero entonces necesitomis nueve mil pesos para untar las manos y cerrar los ojos.

—Mueno, mueno! dijo al fin Quiroga; pelo pone pilesomucha genti? manda liquisa, ja ?

Cuando Quiroga y Simoun volvieron á la sala encontraronen ella á los que venían de cenar, discutiendo animadamente: elchampagne había soltado las lenguas y excitaba las masas cere-brales. Hablaban con cierta libertad.

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lawít ang pusod