Capítulo 16: Las Tribulaciones De Un Chino - Page 2 of 8

El anfitrion que no comía platos europeos se había contentadocon beber de cuando en cuando una copa con sus convidados,prometiendo cenar con los que no se habían sentado en laprimera mesa.

Simoun había venido ya cenado y hablaba en la sala conalgunos comerciantes que se quejaban del estado de los nego-cios: todo iba mal, se paralizaba el comercio, los cambios conEuropa estaban á un precio exhorbitante; pedían al joyero luces ó le insinuaban algunas ideas con la esperanza de que selas comunicase al Capitan General. A cada remedio que propo-nían, Simoun respondía con una sonrisa sarcástica y brutal : Ca!tontería! hasta que exasperado uno le preguntó por su opinion.

—Mi opinion? preguntó; estudien ustedes por qué otras nacionesprosperan y hagan lo mismo que ellas.

— Y por qué prosperan, señor Simoun?

Simoun se encogió de hombros y no contestó.

—¡Las obras del puerto que tanto gravan el comercio y elpuerto que no se termina! suspiró don Timoteo Pelaez, unatela de Guadalupe, como dice mi hijo, se teje y se desteje... losimpuestos...

— Y usted se queja! exclamaba otro. Y ahora que acaba dedecretar el General el derribo de las casas de materiales ligeros!Y usted que tiene una partida de hierro galvanizado!

— Sí, respondía don Timoteo; pero lo que me ha costado esedecreto ! Y luego, el derribo no se hace hasta dentro de un mes,hasta que venga la cuaresma; pueden venir otras partidas...yo hubiera querido que se derribasen al instante, pero... Yademás, qué me van á comprar los dueños de esas casas sison todos unos más pobres que otros?

—Siempre podrá usted comprar las casitas por una bicoca...

Y hacer despiíes que se retire el decreto y revenderlasá un precio doble,.. Hé ahí un negocio !

Simoun se sonrió con su sonrisa fría, y viendo adelantarse alchino Quiroga dejó á los quejicosos comerciantes para saludar alfuturo consul. Este, apenas le vió, perdió su espresion satisfecha,sacó una cara parecida á la de los comerciantes y medio se dobló!

El chino Quiroga respetaba mucho al joyero no solo porsaberle muy rico sino tambien por las susurradas inteligenciasque le atribuían con el Capitan General. Decíase que Simounfavorecía las ambiciones del chino, era partidario del consulado,y un cierto periódico chinófobo le aludia al través de muchasperífrasis, indirectas y puntos supensivos, en la célebre polémicacon otro periódico partidario de la gente de coleta. Personasprudentísimas añadían entre guiños y palabras entrecortadasque la Eminencia Negra aconsejaba al General se valiese de loschinos para deprimir la tenaz dignidad de los naturales.

—Para tener sumiso á un pueblo, había dicho, no hay comohumillarlo y rebajarlo á sus propios ojos.

Pronto se había presentado una ocasion.

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