Capítulo 14: Una Casa De Estudiantes - Page 6 of 9

—Entonces, exclamó Sandoval todavía excitado por lasaplausos y en un arranque de entusiasmo, puesto que enescritos é impresos blasona de querer vuestra instruccion, y laimpide y la niega cuando al terreno de los hechos se le cita,entonces, señores, vuestros esfuerzos no habrán sido en vano,habreis conseguido lo que nadie ha podido, que se arranque lamáscara y os arroje el guante!

—¡Bravo, bravo! gritaron entusiasmados algunos.

—¡Bien por Sandoval! Bravo por el guante! añadieronotros.

—Que nos arroje el guante! repitió Pecson desdeñoso, y¿despues?

Sandoval se quedó parado en medio de su triunfo, pero conla vivacidad propia de su raza y su sangre de orador se repusoal instante.

—¿Despues? preguntó; despues, si ninguno de los filipinosse atreve á contestar al reto, entonces yo, Sandoval, en'nombrede España recojo el guante porque tal política sería un mentisá las buenas intenciones que ella ha abrigado siempre en favorde sus pravincias, y porque quien de tal manera prosti-tuye el cargo que se le confía y abusa de sus omnímodasfacultades no merece la proteccion de la patria ni el amparode ningun cuidadano español!

El entusiasmo de los oyentes rayó en delirio. Isagani abrazóá Sandoval, los otros le imitaron ; se hablaba de patria, deunion, de fraternidad, de fidelidad ; los filipinos decían que sino hubiese más que Sandovales en España, todos seríanSandovales en Filipinas; Sandoval tenía los ojos brillantes yse podía creer que si en aquel momento le hubiesen arrojadoun guante cualquiera, habría montado sobre cualquier caballopara hacerse matar por Filipinas. Solo el agua fría repuso:

— Bien, está Muy bien, Sandoval; yo tambien podría decirlo mismo si fuese peninsular, pero, no siéndolo, si dijese •lamitad de lo que usted, usted mismo me tomaría por fili-bustero.

Sandoval empezaba un discurso lleno de protestas cuandofué interrumpido.

—¡Albric:as! amigos, albricias! Victoria! gritó en aquelmomento un joven entrando y abrazando á todos.

—¡Albricias, amigos! Viva la lengua castellana!

Una salva de aplausos recibió la noticia; todos se abra-zaban, todos tenían los ojos brillantes de lágrimas. Pecson erael único que conservaba su sonrisa de escéptico.

El que venía á traer tan buena nueva era Makaraig, el jovenque encabezaba el movimiento.

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