Capítulo 13: La Clase De Fisica - Page 3 of 8

—« Los primeros son formados por el laton ó por unaaleacion de diferentes metales y los segundos son formadospor una lámina de cristal cuyas dos superficies estan muybien pulimentadas y una de ellas tiene adherida una amal-gama de estaño. »

—¡Tun, tun, tun ! no es eso; te digo dominus vobiscum y mecontestas requiescat in pace !

Y el buen catedrático repitió la pregunta en lengua de tiendainsertando cosas y abás á cada momento.

El pobre joven no salía de apuros : dudaba si incluir elkamagon entre los metales, el marmol entre los cristales y elazabache dejarlo como neutro, hasta que su vecino JuanitoPelaez le apuntó disimuladamente :

—¡El espejo de kamagon entre los espejos de madera!...

El incauto lo repite y media clase se desternilla de risa.

¡ Buen kamagon estás tú ! le dice el catedrático riendoá su pesar. Vamos á ver á qué llamarías tú espejo : á lasuperficie per se, in quantum est superficies 6 al cuerpo queforma esta superficie ó sea la materia sobre que descansa estasuperficie, la materia prima, modificada por el accidentesuperficie, porque, claro está, siendo la superficie accidente álos cuerpos no puede existir sin substancia. Vamos á ver ¿qué dices ?

¿Yo? Nada! iba á contestar el infeliz que ya no sabía de quese trataba aturdido por tantas superficies y tantos accidentesque le martilleaban cruelmente el oido, pero un instinto de pudor le detuvo y, lleno de augustia y empezando á sudar,púsose á repetir entre dientes :

— Se da el nombre de espejo á toda superficie pulimentada...

— Ergo, per te, el espejo es la superficie, pescó el catedrático.Pues bien, resuélveme esta dificultad. Si la superficie es elespejo, indiferente debe ser á la esencia del espejo cuantodetrás de esta superficie se pueda encontrar, puesto que lo queestá detrás no afecta á la esencia de lo que está delante, idest, de la superficie, qua super faciem est, quia vocatur superficiesfacies ea qua supra videtur ; ¿concedes ó no lo concedes ?

Los cabellos del pobre joven aun se pusieron más tiesoscomo animados de una fuerza ascensional.

—¿Concedes 6 no concedes!

— Cualquier cosa, lo que usted quiera, Padre, pensaba él,pero no se atrevía á decirlo de temor se riesen. Aquello se lla-maba apuro y jamás las había visto tan gordas. Tenía ciertavaga idea de que á los frailes no se les podía conceder la cosamás inocente sin que de ella sacasen todas las concecuenciasy provechos imaginables, díganlo sino sus haciendas y suscuratos. Así que su angel bueno le sugería negase cualquiercosa con toda la energía de su alma y la rebeldía de suscabellos, y estaba ya para soltar un soberbio nego! y porquequien niega todo no se compromete á nada, le había dichocierto oficial de un juzgado; mas, la mala costumbre de noescuchar la voz de la propia conciencia, de tener poca fé en lagente de curia y buscar ausilio en los otros cuando se basta unosolo, le perdieron. Los compañeros hacían señas de que loconcediese, sobre todo Juanito Pelaez, y dejándose llevar de sumal sino, soltó un « concedo, Padre » con voz tan desfallecidacomo si dijese : In manus Cuas commendo spiritum meum.

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pasáng-krus