Capítulo 13: La Clase De Fisica

La clase era un gran espacio rectangular con grandes ventanasenrejadas que daban paso abundante al aire y á la luz. A lolargo de los muros se veían tres anchas gradas de piedracubiertas de madera, llenas de alumnos colocados en ordenalfabético. Hácia el estremo opuesto á la entrada, debajo deuna estampa de Sto Tomás de Aquino, se levantaba la cátedradel profesor, elevada, con dos escaleritas á ambos costados.Esceptuando un hermoso tablero con marco de narra sin usarcasi, pues en él continuaba aun escrito el viva! que apareciódesde el primer dia, no se veía allí ningun mueble util

inútil. La paredes, pintadas de blanco y protegidas en parte por azulejos para evitar roces, estaban enteramente desnudas :ni un trazado, ni un grabado, ni un esquema siquiera de uninstrumento de Física! Los alumnos no tenían necesidad demás, nadie echaba de menos la enseñanza práctica de unaciencia eminentemente experimental; por años y años se haenseñado así y Filipinas no se ha trastornado, al contrariocontinúa como siempre. Alguna que otra vez bajaba del cieloun instrumentillo que se enseñaba de lejos á la clase, comoel Santísimo á los fieles prosternados, mírame y no me toques.De época en época, cuando venía algun profesor complaciente,se señalaba un día del año para visitar el misterioso Gabinetey admirar desde fuera los enigmáticos aparatos, colocadosdentro de los armarios; nadie se podía quejar; aquel día seveía mucho laton, mucho cristal, muchos tubos, discos,ruedas, campanas, etc.; y la feria no pasaba de allí, ni Fili-pinas se trastornaba. Por lo demás, los alumnos estan con-vencidos de que aquellos instrumentos no se han compradopara ellos; buenos tontos serían los frailes! El Gabinete se hahecho para enseñárselo á los estrangeros y á los grandesempleados que venían de la Península, para que al verlomuevan la cabeza con satisfaccion mientras que el que lesguía sonríe como diciendo :

— Eh ? ustedes se han creido que se iban á encontrar conunos monjes atrasados? Pues estamos á la altura del siglo;tenemos un gabinete !

Y los estrangeros y los grandes empleados, obsequiadosgalantemente, escribían despues en sus viajes ó memorias queLa Real y Pontificia Universidad de Sto Tomás de Manila, á cargode la ilustrada orden dominicana, posee un magnífico Gabinete deFísica para la instruccion de la juventud... Cursan anualmente estaasignatura unos doscientos cincuenta alumnos, y sea por apatía, in-dolencia, poca capacidad del indio ú otra causa cualquiera etnológicaó suprasensible... hasta ahora no ha despuntado un Lavoisier, unSecchi ni un Tyzidall,. siquiera en miniatura, de la raza malayo-filipina !!!!

Sin embargo, para ser exactos, diremos que en este Gabinetetienen sus clases los treinta ó cuarenta alumnos de ampliaciony por cierto bajo la direccion de un catedrático que cumplebastante con su deber, pero, precediendo la mayor parte de estosdel Ateneo de los jesuitas donde la ciencia se enseña prácticamente en el gabinete mismo, su utilidad no resulta grande comolo sería si se aprovechasen de él los doscientos cincuenta que pa-gan su matrícula, compran su libro, estudian y emplean un añopara despues no saber nada. Resulta de ello, que esceptuandoalgun raro capista 6 sirviente que tuvo á su cargo los museosdurante años y años, jamás se supo de ninguno que haya sacadoprovecho de las lecciones de memoria con tanto trabajo apren-didas.

Pero volvamos á nuestra clase.

El catedrático era un dominico joven, que habia desempeñadocon mucho rigor y excelente nombre algunas cátedras en elColegio de S. Juan de Letran. Tenía fama de ser tan grandialéctico como profundo filósofo y era uno de los de más por-venir en su partido. Los viejos le consideraban, y le envidiabanlos jóvenes, porque entre ellos tambien existen partidos. Eraaquel el tercer año de su profesorado y aunque era el primeroen que explicaba Física y Química, pasaba ya por ser unsabio no solo entre los complacientes estudiantes sino tambienentre los otros nómadas profesores. El P. Millon, no perteneciaal vulgo de los que cada año cambian de cátedra para tenerciertos conocimientos científicos, alumnos entre otros alumnossin más diferencia que la de cursar una sola asignatura, pre-guntar en vez de ser preguntados, entender mejor el castellanoy no examinarse al fin del curso. El P. Millon profundizaba laciencia, conocía la Física de Aristóteles y la del P. Amat; leíaatentamente el Ramos y de cuando en cuando echaba un vistazoal Ganot. Con todo, sacudía muchas veces la cabeza con aire deduda, sonreía y murmuraba : transeat. En cuanto á Química, sele atribuían poco vulgares conocimientos desde que, fundándoseen un dicho de Sto Tomás de que el agua era una mezcla, probópalmariamente que el Angélico Doctor se había con muchoanticipado á los Berzelius, Gay Lussac, Bunsen y otros mate-rialistas más ó menos presumidos. No obstante, apesar de habersido profesor de Geografía, todavía conservaba ciertas dudasacerca de la redondez de la tierra y se sonreía con malicia alhablar de los movimientos de rotacion y revolucion en torno delsol, recitando:

El mentir de las estrellas

Es un cómodo mentir...

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